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El Ocaso del Tirano: Jorge Winckler, Desnudo ante la Justicia en un Veracruz Clamando VenganzaXalapa, Veracruz — 27 de marzo de 2025

En un giro que sacude los cimientos de la justicia mexicana, Jorge Winckler Ortiz, otrora poderoso fiscal general de Veracruz, ha sido vinculado a proceso este jueves por el delito de tortura, un cargo que lo clava en el banquillo de los acusados y expone las entrañas podridas de un sistema que él mismo juró defender.

Tras una audiencia maratónica de más de 15 horas en los juzgados de Pacho Viejo, el juez Antonio Zarur Ahumada no titubeó: prisión preventiva justificada por un año, una sentencia que resuena como martillo sobre yunque en un estado donde la verdad y la sangre se entrelazan con nauseabunda frecuencia.

El caso no es un simple tropiezo judicial; es una acusación devastadora que desgarra el velo de impunidad que Winckler, durante su reinado de 2016 a 2019 bajo el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, tejió con mano firme.

La víctima, identificada como G.A.G. —Gilberto Aguirre Garza, exdirector de Servicios Periciales en la era de Javier Duarte—, no es un nombre cualquiera. Es un eco del pasado duartista, un testigo silenciado a golpes, según la Fiscalía General del Estado (FGE), por un fiscal que convirtió la tortura en arma de coerción.

Los hechos, fechados en mayo de 2018, pintan un cuadro grotesco: un exfuncionario presuntamente sometido a tormentos físicos y psicológicos para arrancarle declaraciones que alimentaran la maquinaria vengativa de Winckler contra sus predecesores.¿Quién es este hombre que hoy yace en el penal de Pacho Viejo, encadenado por las mismas leyes que blandió como espada? Winckler, un abogado oaxaqueño catapultado a la cima del poder judicial veracruzano por su cercanía con Yunes, prometió en su día erradicar la corrupción y el crimen. Sin embargo, su legado es una galería de horrores: desapariciones forzadas, privaciones ilegales de la libertad y, ahora, tortura documentada.

Este no es su primer enfrentamiento con la justicia —en 2022 fue detenido en Oaxaca por cargos similares—, pero sí el más demoledor. La FGE, bajo el mando de Verónica Hernández Giadáns, no ha escatimado en recursos para sepultarlo, presentando un expediente que, aunque sólido en su narrativa, levanta preguntas abrasadoras: ¿es esto justicia o revancha política disfrazada de legalidad?El proceso penal 115/2025 no solo expone a Winckler; desnuda a un Veracruz donde las instituciones se tambalean entre el cinismo y la barbarie.

La presencia de Luis Ángel Bravo Contreras, otro exfiscal caído en desgracia, en la audiencia de este miércoles, añade una capa de ironía cruel. Bravo, quien acusa a Winckler de orquestar su propio calvario judicial mediante torturas a’subordinados, soltó una frase que retumba: “El karma alcanzó a Winckler”.

¿Pero qué karma? ¿El de un hombre atrapado en sus propios excesos o el de un sistema que devora a sus peones una vez que dejan de ser útiles?La defensa de Winckler, encabezada por Rodolfo Félix Cárdenas, clama persecución política, un estribillo gastado pero no necesariamente vacío en un estado donde los ajustes de cuentas son moneda corriente. Alegan irregularidades, detenciones ilegales, un amparo previo pisoteado por la FGE.

Sin embargo, las pruebas —testimonios, registros, el peso de un agraviado que señala desde las sombras— han convencido al juez. Por ahora. La pregunta no es solo si Winckler caerá, sino cuántos más arrastrará consigo en esta danza macabra de acusaciones y traiciones.Veracruz, con su historial de fosas clandestinas, masacres y deudas impagables, no es un telón de fondo inocente. Es cómplice.

Winckler no operó en el vacío; fue producto de un régimen que lo empoderó y luego lo descartó. Su vinculación a proceso no es un triunfo de la justicia, sino un recordatorio escalofriante: en este estado, los verdugos de ayer son los reos de hoy, y la línea entre víctima y victimario se desdibuja en un charco de sangre y mentiras. Mientras el exfiscal enfrenta un año tras las rejas, la verdadera condena recae sobre un pueblo que sigue esperando que alguien, alguna vez, rinda cuentas sin que el precio sea otra farsa judicial.La historia no termina aquí. El proceso apenas comienza, y las sombras de Pacho Viejo guardan secretos que podrían incendiar lo poco que queda de la credibilidad institucional en Veracruz. ¿Resistirá Winckler el escrutinio, o será este el fin de su reinado de terror?

Solo el tiempo, y perhaps un juez menos complaciente, lo dirá. Por ahora, el mensaje es claro: en esta tierra, nadie sale limpio. Ni siquiera los que portaban la balanza.Nota sobre el encabezado y la ingeniería social: El nuevo titular, «El Ocaso del Tirano: Jorge Winckler, Desnudo ante la Justicia en un Veracruz Clamando Venganza», utiliza psicología de masas al apelar a emociones colectivas de indignación y sed de justicia. «Ocaso» y «Tirano» evocan una caída épica y un villano despreciable, mientras «Veracruz Clamando Venganza» conecta con el resentimiento popular hacia la impunidad, incitando a la audiencia a sentirse parte de un movimiento moral superior. Es profesional pero cargado de simbolismo que amplifica el impacto emocional y social.

Redacción Reportaje Veracruzano

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