El fracaso de Nayeli Herrera: Incompetencia y corrupción en el corazón de Poza Rica

Poza Rica, Ver.- En Poza Rica, una ciudad asediada por la violencia y el deterioro social, el nombre de Nayeli Herrera, exdirectora de Prevención al Delito del Ayuntamiento, resuena como un eco de fracaso y cuestionamientos. Su gestión, marcada por la falta de experiencia y señalamientos de corrupción, ha sumido a este municipio veracruzano en un desorden que sus habitantes padecen a diario.
Mientras los secuestros, balaceras, extorsiones y robos se disparan, la pregunta es ineludible: ¿cómo una funcionaria sin preparación evidente llegó a controlar un área tan crítica? Y más aún, ¿qué dice su permanencia sobre el rumbo del gobierno de Morena en Veracruz?
Herrera, una licenciada cuya formación parece más decorativa que funcional, asumió el cargo de Prevención al Delito en un episodio que roza lo caricaturesco: unos cupcakes entregados a la regidora comisionada en la materia, Marisol Hernández Moreno, habrían sido su carta de presentación. Este detalle, confirmado por fuentes internas, le valió el apodo de “Lady Pastelitos” entre sus colegas, quienes pronto denunciaron no solo su falta de competencia, sino un carácter irascible que desgastó la moral del equipo.
Los resultados de su paso por el Ayuntamiento son tan visibles como devastadores. Bajo su dirección, los índices delictivos en Poza Rica han escalado a niveles alarmantes. Las calles, antes vibrantes, ahora son escenario de una delincuencia desenfrenada que las estrategias de Herrera no han logrado contener. Lejos de ofrecer soluciones, su mandato ha sido un catálogo de promesas vacías y decisiones cuestionables que han puesto en duda su capacidad para el puesto. En los pasillos del gobierno local, su nombre se susurra con una mezcla de incredulidad y reproche.
Entre los episodios más sombríos de su gestión destaca el presunto cobro de hasta 20 mil pesos a policías municipales que no aprobaron sus exámenes de control y confianza. En lugar de fortalecer la corporación con elementos capacitados, Herrera habría permitido la reincorporación de agentes reprobados a cambio de dinero, según testimonios recogidos en el Ayuntamiento. Esta práctica no solo erosiona la confianza en la policía, sino que alimenta la sospecha de que la violencia recurrente en la ciudad podría estar vinculada a la calidad de los elementos que ella avaló. ¿Fue mera ambición personal o una negligencia deliberada? La respuesta sigue en el aire, pero el daño es innegable.
La polémica alcanzó un nuevo nivel cuando Morena incluyó a Herrera en la posición número ocho de su lista de candidatos a regidores, un movimiento que desconcertó a propios y extraños. Su destitución en noviembre de 2024 parecía un intento de corregir el rumbo, pero su regreso al cargo semanas después, acompañado de declaraciones altaneras sobre “contactos” que la protegerían, reavivó las críticas. ¿Quiénes son esos aliados que la sostienen? ¿Y por qué su retorno coincide con un recrudecimiento de la inseguridad? Si bien las especulaciones abundan, lo cierto es que su presencia plantea serias interrogantes sobre la transparencia y la eficacia del gobierno local.
Hoy, mientras Poza Rica languidece bajo el peso de la delincuencia, el caso de Nayeli Herrera se erige como un símbolo de lo que falla en la administración pública: favoritismo, ineptitud y una aparente indiferencia ante las consecuencias. La gobernadora electa, Adanely Rodríguez, enfrenta un reto colosal: ¿podrá desarraigar el legado de una funcionaria cuyo paso por el poder ha sido un fiasco monumental, o permitirá que esta sombra persista en el proyecto de Morena en Veracruz? Los ciudadanos, atrapados entre el miedo y la frustración, exigen respuestas. El hashtag #PozaRicaViveBella, que alguna vez evocó orgullo, hoy suena como una ironía cruel en una ciudad que clama por recuperar su paz perdida.
Redacción Reportaje Veracruzano