CAOS, FUEGO AMIGO Y UNA VIDA PERDIDA: EL ERROR FATAL QUE ENLUTA A LA POLICÍA MUNICIPAL DE POZA RICA

Poza Rica, Ver.— En una ciudad donde la inseguridad marca el pulso diario, lo inesperado ocurrió dentro de las propias filas que supuestamente protegen: un policía municipal perdió la vida a manos de su propio compañero de armas. Lo que debía ser una respuesta de rutina ante un reporte por presunto robo terminó en un desastre por falta de pericia, comunicación y control.
El agente, conocido entre sus colegas con el distintivo “Ricky”, participaba en un operativo de reacción ante una llamada de auxilio. Pero en medio del caos, con armas desenfundadas y órdenes confusas, una detonación equivocada lo alcanzó. El proyectil no vino del presunto delincuente. Vino de donde menos debía: de un compañero uniformado.
Gravemente herido, el oficial fue trasladado al Hospital General de Zona número 24 del IMSS. Allí, médicos lucharon contra el tiempo, pero no pudieron revertir el daño letal. La noticia de su muerte se esparció con rapidez, sembrando dolor en el cuartel, en su familia y entre quienes aún creen en la vocación policial como un acto de servicio y no de tragedia.
Agentes ministeriales acudieron de inmediato al nosocomio para acordonar el área, levantar declaraciones y abrir la carpeta de investigación correspondiente. Por su parte, una funeraria se encargó del retiro del cuerpo mientras los compañeros del caído —entre lágrimas y rostros endurecidos por el impacto— formaban una guardia de honor improvisada.
Este hecho, más allá del luto, deja una herida institucional profunda. La muerte del oficial “Ricky” no es solamente una tragedia personal, sino un síntoma evidente de un problema mayor: cuerpos policiales con deficiente capacitación táctica, protocolos débiles y escasa inversión en formación integral.
Mientras se espera el esclarecimiento oficial de los hechos, la sociedad civil se pregunta: ¿quién protege al protector cuando la amenaza también viste uniforme?
Redacción Reportaje Veracruzano