El Pollo no murió en vano: claman justicia ante el silencio de la Marina por comerciante arrollado en Coatzacoalcos

Coatzacoalcos, Veracruz.– El silencio oficial retumba como una afrenta sobre el pavimento manchado de sangre. En la calle Hilario Rodríguez Malpica, entre Corregidora y Morelos, decenas de personas se reunieron no sólo para rezar, sino para exigir con furia contenida lo que el Estado les niega: justicia. Carlos Amador, mejor conocido como “El Pollo”, no fue una cifra más; fue un hombre trabajador, un vendedor de mariscos querido por la comunidad, asesinado —según testigos y versiones preliminares— por la brutal irresponsabilidad de un marino activo que conducía en presunto estado de ebriedad.
El presunto homicida, identificado como Francisco Daniel Coronel Aguilar, conducía un Nissan Sentra con placas DNR-329-F de Chiapas cuando embistió al comerciante. Carlos murió en el lugar. Y con él, se apagó una vida dedicada al trabajo honrado en un país donde los privilegios castrenses aún se protegen con un manto de impunidad.
¿Dónde está la Marina Armada de México? ¿Por qué no hay un solo comunicado oficial, ni una medida de responsabilidad asumida? ¿Desde cuándo portar uniforme significa estar por encima de la ley?
La manifestación realizada este lunes por familiares, amigos y ciudadanos fue más que un gesto simbólico: fue un grito colectivo contra el encubrimiento, contra el olvido y contra la desmemoria institucional. Con veladoras encendidas, cartulinas con mensajes de indignación y una guardia de honor, la comunidad se plantó con dignidad sobre el lugar del crimen. Por una hora bloquearon la calle. Y aunque la Policía Municipal resguardó la zona sin incidentes, la verdadera amenaza no eran los manifestantes: era la indolencia del sistema.
“El Pollo” no fue alcanzado por el destino ni por un error involuntario: fue víctima de la irresponsabilidad criminal de un servidor armado, protegido por las sombras de una jerarquía que aún calla. No hay indicios de detención. No hay claridad sobre el proceso. Y lo más alarmante: no hay voluntad.
¿Hasta cuándo la Marina será intocable? ¿Cuántos muertos más necesita Veracruz para que el uniforme no sea sinónimo de impunidad?
La familia Amador lo ha dicho claro: no cesarán hasta ver tras las rejas al responsable. Hoy, Coatzacoalcos no solo exige justicia para Carlos, exige una sacudida moral a una institución que debe responder con hechos, no con blindaje.
La muerte de “El Pollo” no será barrida bajo el uniforme. No mientras una comunidad entera continúe alzando la voz y encendiendo velas en medio de la oscuridad institucional. Justicia no es una súplica. Es un derecho. Y alguien debe responder.
Redacción Reportaje Veracruzano