Poza Rica: ejecución y secuestro a metros del C4 exhiben la parálisis de las fuerzas de seguridad

Poza Rica, Ver. — La noche de ayer lunes, la violencia desnudó la fragilidad de la seguridad pública en Poza Rica con una brutalidad que hiela la sangre. Un trabajador de Farmacias del Ahorro, identificado como Jaime “N”, de 25 años, fue abatido a quemarropa mientras intentaba impedir el secuestro de su amigo —alias El Bocho—, en un ataque perpetrado a unas cuantas calles del Centro de Control, Comando, Comunicación y Cómputo (C4) de la SSP y de la propia base de la Policía Municipal.
La agresión ocurrió en la calle Universidad de la colonia Jesús Reyes Heroles, alrededor de las 21:00 horas. Testigos relatan que varios hombres armados irrumpieron en la zona con precisión quirúrgica: llegaron, dispararon, privaron de la libertad a dos hombres y huyeron sin que la proximidad de las fuerzas de seguridad sirviera para impedirlo.

El golpe más indignante no fue sólo la ejecución en vía pública, sino la manera en que el joven herido agonizó durante casi una hora, tirado sobre la banqueta, sin recibir atención médica oportuna. La razón: “no había ambulancias disponibles” en la zona, según fuentes extraoficiales. Cuando finalmente llegó una unidad de Salud Municipal, el joven ya había muerto.
Durante el tiroteo, una mujer embarazada —presuntamente esposa de la víctima— resultó lesionada y sufrió una crisis nerviosa al presenciar la ejecución y el secuestro en la puerta de su hogar.

Operativo tardío, impunidad inmediata
En cuestión de minutos, la escena se llenó de uniformados municipales, estatales, elementos de la Marina y del Ejército Mexicano. La presencia, sin embargo, fue meramente testimonial: el comando armado ya se había desvanecido entre la oscuridad de la ciudad. Ningún sospechoso ha sido detenido.
Este caso, ocurrido prácticamente bajo las narices del C4, plantea preguntas incómodas para las autoridades:
- ¿Cómo es posible que un comando opere impunemente a metros de las instalaciones que centralizan la vigilancia?
- ¿Dónde estaban las patrullas municipales y estatales en esos minutos críticos?
- ¿Por qué un ciudadano baleado debe morir en la banqueta por falta de atención médica urgente?
Una ciudad bajo asedio
Poza Rica vive desde hace meses una espiral de hechos armados, desapariciones forzadas y ejecuciones que erosionan la confianza ciudadana. La impunidad es el patrón que se repite, y la narrativa oficial parece reducirse a comunicados escuetos y promesas vacías.
En esta ocasión, el silencio institucional ha sido tan estruendoso como los disparos de la noche anterior. Ni la Policía Municipal, ni la Secretaría de Seguridad Pública, ni la Fiscalía General del Estado han ofrecido un informe detallado.

El cuerpo de Jaime “N” fue retirado por peritos ministeriales mientras los vecinos observaban en silencio, conscientes de que, en Poza Rica, hablar puede costar la vida.
La pregunta que flota en el aire es tan clara como inquietante: ¿quién protege realmente a los ciudadanos cuando el crimen organizado actúa a plena vista de todos y la autoridad llega tarde… o no llega?
Redacción Reportaje Veracruzano