RAÚL HERNÁNDEZ GALLARDO: EL CANDIDATO FANTASMA DE TIHUATLÁN

Promete un “gobierno ciudadano”, pero su historial es una incógnita; ¿esperanza real o simulación política?
Tihuatlán, Veracruz, 22 de mayo de 2025. — A escasas semanas de las elecciones municipales, una figura enigmática que se ha visto en las comunidades rurales de Tihuatlán: Raúl Hernández Gallardo, candidato por Movimiento Ciudadano, quien predica el evangelio del “gobierno ciudadano” y la cercanía con el pueblo. Sin embargo, en un entorno político donde la transparencia debería ser una exigencia mínima, su opacidad personal y profesional enciende las alarmas. ¿Quién es realmente Hernández Gallardo? ¿Y por qué parece más un eslogan andante que un contendiente con propuestas concretas?
Un rostro sin pasado: la biografía ausente
Su repentina aparición en la vida pública ha sido tan veloz como imprecisa. No hay registros claros de cargos públicos, trabajos comunitarios verificables ni experiencia en la gestión pública. Su nombre no aparece vinculado a proyectos sociales ni administrativos; su expediente, si existe, está bajo llave. ¿Puede alguien sin credenciales claras aspirar a liderar un municipio con los niveles de rezago, pobreza e inseguridad que enfrenta Tihuatlán?
En comunidades como Paso La Uno I y II, sus recorridos se han limitado a escuchar quejas y repetir frases como “no daré la espalda al pueblo”, sin que exista un plan técnico, financiero o legal que respalde sus compromisos. A falta de hechos comprobables, sus palabras flotan como globos sin ancla en el viento electoral.
Inflando el músculo con acarreados de dudosa procedencia
Más allá del discurso ciudadano, hay elementos que inquietan. Detrás de sus mítines multitudinarios comienza a vislumbrarse una estrategia vieja disfrazada de nueva política: el acarreo. Reportes extraoficiales y testimonios recabados en campo señalan que buena parte de los asistentes a sus eventos no pertenecen a las comunidades donde se presenta, sino que son trasladados desde otras regiones, incluso desde zonas con fuerte presencia de grupos políticos oscuros.
Lo más alarmante: entre quienes se mueven en su círculo de apoyo hay individuos con antecedentes penales, viejos operadores políticos reciclados e incluso personajes que estuvieron presos. ¿Qué tan ciudadana es una campaña que se sostiene con estructuras clientelares de baja reputación? ¿Quién financia estos movimientos? ¿Y por qué nadie lo investiga?
Movimiento Ciudadano: ¿oxígeno político o fachada reciclada?
El partido que lo respalda insiste en presentarse como una alternativa a la podredumbre institucional, pero cada vez más parece aplicar la fórmula de la política tradicional: candidato sin experiencia, promesas sin sustento y una estrategia mediática basada en la evasión de los temas incómodos. ¿Qué tan diferente es Hernández Gallardo de aquellos a quienes dice querer reemplazar?
Su retórica de “sumar voluntades” no plantea soluciones reales a los temas más apremiantes: inseguridad, abandono de caminos y servicios, corrupción en la policía local, desempleo juvenil y migración forzada. ¿Dónde están las cifras? ¿Dónde están los proyectos con plazos, recursos y mecanismos de evaluación?
Silencio sobre la corrupción: ¿cómplice por omisión?
En un Veracruz marcado por el saqueo institucional, el crimen organizado infiltrado en alcaldías y los escándalos del pasado reciente —como los desfalcos del exgobernador Cuitláhuac García—, el silencio de un aspirante a alcalde sobre la corrupción resulta sospechoso, no prudente. Hernández Gallardo no ha fijado postura pública sobre estos temas, ni siquiera cuando se le ha preguntado directamente. ¿Ignorancia? ¿Conveniencia? ¿Miedo?
La pregunta obligada: ¿acaso un líder real no tendría la obligación ética de pronunciarse con firmeza ante el cáncer que ha corroído las estructuras del poder local?
Violencia política: el riesgo de callar también mata
El asesinato de una fotógrafa tras el atentado contra la casa de campaña de Xóchitl Tress, candidata de su mismo partido en Juan Rodríguez Clara, es un recordatorio trágico del clima electoral en Veracruz. Aunque Hernández Gallardo no ha sido vinculado a estos hechos, su mutismo frente a la violencia política que aqueja a sus propios compañeros de partido resulta ofensivo. ¿No debería ser este el momento de alzar la voz? ¿Dónde está su visión de gobernabilidad y garantías democráticas?
La exigencia de los votantes: respuestas, no discursos vacíos
Tihuatlán no puede darse el lujo de equivocarse otra vez. Los ciudadanos no necesitan un político que les hable bonito, sino uno que rinda cuentas, tenga propuestas claras y un historial digno de confianza. La falta de pasado de Raúl Hernández Gallardo no es misterio: es una deuda de información que él mismo debe saldar si quiere gobernar.
Mientras el reloj avanza hacia el 1 de junio, el candidato tiene una única opción: desnudar su proyecto, presentar sus credenciales, detallar su plan de gobierno y responder con hechos. De lo contrario, quedará marcado como lo que hasta hoy parece ser: otro espejismo en el desierto de las ilusiones veracruzanas.
Redacción Reportaje Veracruzano