Drogan y matan a proyectista de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas de Veracruz

El hallazgo del cuerpo sin vida de José Antonio Miranda García —proyectista de la CEAPP— en su domicilio en Banderilla, Veracruz, revela una práctica criminal que no es aislada. Según el reporte oficial y versiones preliminares, “le habrían puesto gotas para dormirlo, se les pasó la dosis” y murió de un infarto, sin signos de violencia visibles. Pero la narrativa parece demasiado pulida: ¿es este incidente el primer eslabón de una cadena de agresiones silenciosas, químicas y letales que azotan al estado?
Casos anteriores: hombres drogados y despojados
En julio de 2022, en Veracruz, jóvenes narraron en redes sociales cómo fueron contactados por desconocidos vía apps de ligue, llevados a hoteles, drogados (presumiblemente con escopolamina), violados y robados sin rastro de investigación efectiva .
Más recientemente, en marzo de 2025, un hombre (identificado como «Manning») en Colombia relató, tras cita vía Tinder o Grindr, que fue drogado con escopolamina, perdió la consciencia, fue despojado de pertenencias y sufrió amnesia severa .
Aunque aquel caso no ocurrió en Veracruz, expone un modus operandi que se replica en la región: hombres sedados sin darse cuenta, sin defensa, y con secuelas físicas y financieras devastadoras.
Desde Pánuco hasta Coatzacoalcos, pasando por Boca del Río y Minatitlán ha habido decenas de casos que no han Sido tomados en cuenta por las autoridades correspondientes, haciendo fructífero este modus operandi.
Cabe destacar que en la ciudad de Poza Rica, Veracruz hubo varios casos de hombres que fueron drogados por mujeres, para después robarlos, incluso hay carpetas de investigación en la Fiscalía General del Estado con sede en Poza Rica, pero han sido encarpetados los casos.
Un patrón en Veracruz que encaja
Estos relatos no son hechos aislados ni fantasías urbanas: se enmarcan en una tendencia criminal clásica en la región. El uso de la escopolamina, o “droga zombie”, es común en agresiones donde las víctimas quedan totalmente indefensas, sumisas, con pérdida de memoria y carentes de respuesta .
José Antonio podría haber sido la víctima más grave de esa misma lógica: gotitas invisibles que apagan respuestas vitales, ya sea para robar pertenencias o llevar a un hombre a la muerte. No se descarta que hubiera sido víctima de abuso o explotación antes del fatal desenlace.
Exigencias urgentes de justicia y transparencia
1. Investigación forense avanzada y pública
Autopsia detallada: revisar tóxicos, coraza cardíaca, dosis y cronología para definir causa real.
2. Persecución activa de redes
No basta con un expediente administrativo; es imprescindible conocer origen, distribución e introducción de sustancias químicas letales.
3. Registro sistemático de casos
Hombres drogados, robados, violados o asesinados deben registrarse para identificar patrones, lugares, modus operandi y responsables.
4. Campañas de prevención y alerta
Informar a la población sobre modalidades de entrega (gotas, polvo, bebidas), síntomas y protocolos de emergencia.
5. Compromiso institucional y fiscal
El Estado y la CEAPP no pueden quedarnos en la condolencia: requiere acción, claridad y resultados que restauren la confianza.
Reflexión final: ¿Cuál es el costo real de la “inocencia” en Veracruz?
La muerte de José Antonio podría ser la punta de un iceberg criminal que compromete integridad y derecho a la vida. Veracruz no puede permitir que dosis invisibles, secretas, letales, queden en la impunidad. No se trata de aislados, sino de un fenómeno que, sin atención oficial, seguirá reproduciéndose.
Pedimos: claridad, justicia y medidas efectivas —antes de que este horror químico se convierta en práctica cotidiana.
Redacción Reportaje Veracruzano