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Tuxtilla en llamas: revienta la indignación popular tras presunto fraude electoral

Tuxtilla, Veracruz. – En un estallido de inconformidad popular sin precedentes recientes, pobladores del municipio de Tuxtilla incendiaron parte del Palacio Municipal la noche del domingo, como reacción a lo que consideran un fraude electoral orquestado por el poder político local y disfrazado de democracia.

La jornada electoral del pasado 1 de junio, que debía ser ejemplo de civilidad, terminó en llamas, acusaciones y una toma ciudadana que ya suma más de 48 horas. Todo estalló cuando los resultados preliminares favorecieron a la candidata de Morena–Partido Verde con 981 votos, superando por 225 al PRI, que obtuvo 756 sufragios. Para muchos, ese resultado no sólo fue sorpresivo, sino insultante.

¿Una dinastía disfrazada de democracia?

La inconformidad no es únicamente numérica. Los manifestantes acusan un acto descarado de nepotismo: la candidata ganadora sería tía de la actual alcaldesa Leydi Vergara de Estrada, esposa a su vez de un exalcalde. Para los ciudadanos, se trata de la misma familia que busca perpetuarse en el poder, alternando rostros y colores partidistas, pero repitiendo el mismo apellido.

“Esto no fue una elección, fue una designación familiar”, gritaba uno de los manifestantes mientras ardía una casilla electoral en la escuela local. El fuego, simbólicamente, llegó después hasta el mismo Palacio Municipal, donde parte del edificio fue consumido por las llamas, junto con documentación y mobiliario administrativo.

Una policía señalada, una población en resistencia

Durante los disturbios, elementos de la Policía Municipal realizaron disparos al aire, lo que en lugar de calmar la situación, encendió aún más los ánimos. Habitantes acusan a los uniformados de estar parcializados con la administración actual y de haber protegido el fraude. Por esa razón, las fuerzas estatales y federales —SEDENA, Guardia Nacional y Seguridad Pública estatal— tomaron el control del orden público, excluyendo de los operativos a la policía local, considerada no confiable por la comunidad.

El conflicto escaló a tal grado que el Palacio Municipal permanece tomado por ciudadanos que exigen la anulación del proceso electoral. Se niegan a entregar el edificio hasta que el Organismo Público Local Electoral (OPLE) escuche sus reclamos y declare la repetición de la elección.

Un Tuxtilla que arde… como símbolo de algo más grande

Tuxtilla no es un caso aislado. A tan solo unos kilómetros, en Hidalgotitlán, la historia se repite: irregularidades, acusaciones de imposiciones desde Morena, y población movilizada. Veracruz vive momentos críticos donde la desconfianza ciudadana hacia las instituciones electorales crece, mientras el poder intenta mantener un control cada vez más cuestionado.

A pesar del operativo militar que mantiene bloqueos y vigilancia en la zona, la llama de la indignación sigue encendida. El pueblo ha hablado, no en las urnas, sino en las calles, en las barricadas, en la ocupación del palacio que se suponía era de todos.

Por ahora, el silencio del OPLE pesa más que cualquier declaración. Y mientras no haya una respuesta institucional seria y legítima, la paz en Tuxtilla seguirá tan ausente como la democracia real.


Redacción Reportaje Veracruzano

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