El daño de Estados Unidos a México: sistema de control disfrazado de cooperación

REPORTAJE ESPECIAL
Por Redacción | Reportaje Veracruzano
Durante décadas, el discurso oficial ha sostenido que la relación entre México y Estados Unidos se basa en la cooperación bilateral contra el crimen organizado. Sin embargo, los hechos, las cifras y los escándalos apuntan hacia una realidad más cruda: el vecino del norte ha intervenido sistemáticamente en los asuntos internos de México, alimentando la violencia, frenando el desarrollo y sosteniendo una arquitectura de caos que impide la autonomía plena del país. Esta es la historia de un sistema de control disfrazado de alianza.
Iniciativa Mérida: la trampa de la asistencia
Con la firma de la Iniciativa Mérida en 2008, México recibió miles de millones de dólares en equipo, capacitación y tecnología de seguridad. No obstante, en vez de contener la violencia, las cifras de homicidios dolosos y desapariciones aumentaron. Más que ayuda, lo que llegó fue una militarización desbordada, dependencia técnica y una ingerencia abierta en temas de inteligencia.
El objetivo declarado era frenar el tráfico de drogas y armas. El resultado fue el contrario.
Armas para el narco: exportadas por EE.UU.
Estudios independientes han revelado que entre el 48% y el 87% de las armas confiscadas a cárteles mexicanos provienen de Estados Unidos. Programas como «Rápido y Furioso» permitieron que armas de alto poder fueran «dejadas pasar» hacia México, supuestamente para rastrear su uso. La consecuencia: cárteles mejor armados, más violencia, más muertes civiles.
Incluso en 2024, el gobierno mexicano logró que una corte estadounidense admitiera una demanda contra fabricantes de armas que han permitido el libre flujo de armamento hacia México, contribuyendo activamente a la crisis de seguridad.
Barry Seal: el agente doble que desenmascaró el sistema
Adler «Barry» Seal, piloto y exagente de la CIA, es el ejemplo más claro de la doble moral estadounidense. Mientras servía como informante para la DEA, también transportaba cocaína para el cártel de Medellín. Al mismo tiempo, entregaba armas a la Contra nicaragüense bajo supervisión de la CIA.
Seal era la bisagra entre la guerra, la droga y la inteligencia. Fue asesinado en 1986 cuando su papel se hizo público. Su historia revela cómo Estados Unidos ha tolerado, financiado e incluso operado redes criminales cuando conviene a sus intereses geopolíticos.
Una arquitectura de inestabilidad
La ingerencia de EE.UU. no es improvisada. Responde a una lógica: generar caos para mantener dependencia.
- Se permite el tráfico de armas hacia México.
- El crimen se fortalece y se desata una crisis interna.
- Se justifica la intervención militar y de inteligencia.
- Se impone una narrativa de ingobernabilidad.
- México pierde soberanía y sigue subordinado.
Este modelo permite a EE.UU. controlar no solo el tema de seguridad, sino también decisiones de Estado, comercio, migración y políticas energéticas. Es una guerra invisible.
Conclusión: un enemigo con bandera aliada
Estados Unidos no necesita tanques para invadir México: le basta con sus armas, sus agencias y su dinero. Mientras se mantenga esta dependencia funcional disfrazada de ayuda, México seguirá atrapado en un ciclo de violencia inducida, desarrollo truncado y soberanía condicionada.
La historia de Barry Seal no es una excepción. Es el espejo de una estrategia mayor. Solo desenmascarando la verdadera naturaleza de esta relación podrá México aspirar a una verdadera independencia.
Fuentes consultadas: ProPublica, VICE News, Washington Post, AP, The Intercept, libros de Anabel Hernández, Wikileaks, reportes de la ATF y la DEA, datos de la SSPC y el Gobierno de México.
Redacción Reportaje Veracruzano