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EL DESEMBARCO POBLANO: LA RED DE BARTLETT Y EL RETO QUE ROCÍO NAHLE NO PUEDE IGNORAR

Por Redacción | Reportaje Veracruzano

Xalapa, Ver., 2 de julio de 2025 — Veracruz votó por Rocío Nahle con la esperanza de limpiar el desastre. Votó por el cambio. Pero lo que parecía un nuevo comienzo se está tiñendo rápidamente con los viejos vicios del pasado. Las redes de corrupción no han desaparecido: se han reconfigurado, y hoy, el poder financiero del estado podría estar cayendo en manos de una élite foránea con un largo historial de escándalos.

El “desembarco poblano”: Bartlett llega a Veracruz por la puerta grande

En el corazón del escándalo se encuentra Miguel Reyes Hernández, flamante titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación (SEFIPLAN). Su llegada no es casual. Fue mano derecha de Manuel Bartlett, artífice de las estrategias más oscuras dentro de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Bajo su dirección en CFEnergía, se consolidó el esquema del «huachidiesel», un mecanismo perverso que generó miles de millones desviando recursos públicos bajo el pretexto de consumir diésel caro y contaminante en lugar de gas natural limpio y barato.

Ahora, ese mismo operador, experto en ingeniería financiera opaca, tiene acceso directo a las arcas de Veracruz.

Cuitláhuac no se ha ido: operadores del viejo régimen siguen mandando

Pero para operar desde dentro, el desembarco poblano necesitaba aliados locales. Aquí aparecen nombres conocidos: Alberto Rosendo, incondicional del exsubsecretario Vladimir Cruz Acosta y del exgobernador Cuitláhuac García, habría abierto la puerta. Uno de sus más polémicos recomendados, Israel Octavio Caballero de la Rosa, ya dirige la Dirección de Recaudación, con denuncias internas por acoso laboral y abuso de poder.

Según trabajadores de la SEFIPLAN, Caballero ha instalado un clima de persecución, con amenazas, grabaciones clandestinas y hasta castigos humillantes: 11 empleados enviados al comedor sin funciones como medida de presión. Viejas prácticas de terror administrativo para limpiar el terreno y colocar peones leales.

Huachidiesel en Coatzacoalcos: ¿pista suelta o engranaje activo?

La bomba estalló hace unos días. El secretario federal de Seguridad, Omar García Harfuch, reveló el desmantelamiento de una refinería clandestina en Coatzacoalcos con más de 500 mil litros de crudo. No es coincidencia. Es una pieza que encaja perfectamente en el rompecabezas.

¿Para qué colocar a un operador experto en huachidiesel al frente de la SEFIPLAN justo cuando Veracruz se convierte en punto clave para el robo y comercialización ilegal de hidrocarburos? La sospecha es evidente: el estado podría ser la nueva base de operaciones del mayor desfalco energético en curso en México.

La gobernadora frente al espejo: ¿limpieza real o continuidad encubierta?

Rocío Nahle no es ajena a estas tramas. Como secretaria de Energía, conoció desde adentro los desfalcos y redes que hoy se reciclan en su gobierno. Fue ella quien denunció el saqueo en la Secretaría de Salud durante el sexenio de Cuitláhuac, con un boquete de más de 1,600 millones de pesos. Prometió justicia, prometió no encubrir.

Pero ahora, la pregunta retumba:
¿Quién gobierna Veracruz?
¿La ingeniera Nahle, con una promesa de transformación, o una red bien articulada de operadores locales y foráneos que usan al estado como caja chica del saqueo nacional?

¿A dónde va el dinero de los veracruzanos?

Mientras los hospitales siguen sin medicamentos, las carreteras destrozadas y las escuelas públicas abandonadas, personajes cercanos a Bartlett —señalado por la Auditoría Superior de la Federación por pérdidas millonarias y presunto lavado de dinero— están al mando del presupuesto veracruzano.

Veracruz no votó por esto. Votó por romper con las estructuras de Duarte, Yunes y Cuitláhuac. Pero la historia, parece, vuelve a escribirse con las mismas manos, solo que con otro guion y otro acento.


Gobernadora Rocío Nahle, el pueblo espera una respuesta

¿Permitirá usted que Veracruz vuelva a ser el botín de operadores corruptos que ya probaron su capacidad para destruir desde adentro?
¿Desmantelará esta red antes de que eche raíces más profundas?
¿O será cómplice por omisión de un nuevo capítulo de saqueo?

La historia la observa. Veracruz también.
El cambio no se anuncia. Se ejerce.
Y hoy, más que nunca, se exige.

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