GUERRA ABIERTA EN POZA RICA PESE A DESPLIEGUE FEDERAL: BALACERA DETONA EL PÁNICO A UNOS PASOS DEL HOSPITAL REGIONAL

Por Marco Antonio Palmero Alpirez | Reportaje Veracruzano
Poza Rica, Ver., 8 de agosto de 2025 — Ni 300 elementos de la Guardia Nacional, ni 80 soldados y marinos fueron suficientes para contener la violencia que asfixia a Poza Rica. Este viernes, a plena luz del día y a escasos metros del Hospital Regional, estalló una balacera que dejó al menos un herido grave, un arma de alto poder abandonada y una ciudad entera sometida al terror.

El ataque armado ocurrió alrededor del mediodía sobre la calle Pípila de la colonia Reforma. Vecinos relatan haber escuchado múltiples detonaciones de grueso calibre, como si la guerra hubiera irrumpido sin aviso ni tregua. A su llegada, elementos de la Policía Municipal encontraron el área regada de casquillos percutidos y una poderosa arma larga abandonada: prueba clara del tipo de violencia con el que Poza Rica despierta cada día.

Pese al despliegue inmediato de fuerzas de la Secretaría de Seguridad Pública, la Marina y el Ejército Mexicano, los agresores lograron escapar impunemente, iniciando una cacería que, hasta el cierre de esta edición, no ha dado frutos. Las autoridades montaron un operativo de búsqueda, pero no se especificó hacia dónde huyeron los atacantes. El mensaje entre líneas es escalofriante: los criminales siguen teniendo el control del territorio.
La persona herida, de identidad aún reservada, fue trasladada de urgencia —gravemente lesionada del abdomen y la espalda— al mismo Hospital Regional que, paradójicamente, se encuentra a unos metros de donde ocurrieron los disparos. Ahora el nosocomio está bajo custodia militar, como si el hospital mismo hubiera cruzado la línea del frente en una guerra sin cuartel.

Horas después del atentado, un vehículo Volkswagen Jetta color rojo fue encontrado abandonado con impactos de bala en la calle Artículo 123 del fraccionamiento Palmas. Las huellas del ataque están por toda la ciudad, como si los delincuentes quisieran dejar clara su capacidad de moverse y matar a voluntad, sin ser tocados.
Este atentado ocurre apenas unos días después del anuncio de la gobernadora Rocío Nahle, quien con bombo y platillo presumió el arribo de 300 elementos de la Guardia Nacional a Poza Rica, Cazones y Tuxpan, como parte de un operativo para restaurar la paz en el norte de Veracruz. Sin embargo, la cruda realidad desmiente el discurso institucional: la ciudad sigue sitiada por el miedo, los operativos parecen decorativos y la impunidad se pasea a plena luz del sol.

Cabe recordar que hace tan solo días, sobre la carretera Cazones–Poza Rica, fueron hallados cuerpos desmembrados, cabezas humanas dentro de bolsas negras y una lona con amenazas del crimen organizado. Los cárteles no solo se disputan la plaza; la están incendiando, mientras el gobierno observa con declaraciones y despliegues mediáticos que no frenan las balas.
¿Dónde está el control del Estado? ¿Qué hacen 300 elementos federales si la violencia sigue estallando cerca de un hospital? ¿Quién manda realmente en Poza Rica?

La respuesta se adivina entre el zumbido de los disparos, el eco de las sirenas y el silencio oficial frente a una verdad inocultable: Poza Rica arde… y no hay quien apague el fuego.