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Ataque con drones al penal de Tuxpan: el crimen organizado exhibe la vulnerabilidad del Estado


Tuxpan, Ver.– La violencia alcanzó un nuevo nivel en Veracruz. La noche del domingo, el Centro de Reinserción Social (CERESO) de Tuxpan fue atacado con drones que lanzaron tres granadas al interior del reclusorio; una de ellas explotó y generó una intensa movilización de la Marina, Ejército Mexicano, Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública estatal. Aunque no se reportaron personas lesionadas, el mensaje es devastador: las cárceles veracruzanas ya no son sólo centros de encierro, sino blancos militares en la disputa del crimen organizado.

El penal, ubicado en el kilómetro 2 de la carretera Tuxpan–Tamiahua, ha sido escenario de una cadena de incidentes que evidencian su fragilidad. Apenas la semana pasada se registró un motín que obligó a la intervención de fuerzas estatales; días después, dentro del mismo reclusorio se localizó un artefacto explosivo sin detonar. Ahora, la irrupción de drones cargados con granadas confirma lo que muchos especialistas en seguridad han advertido: la delincuencia organizada ha incorporado tácticas de guerra y la autoridad sigue reaccionando tarde y mal.

El hermetismo oficial se volvió parte del libreto. Hasta la medianoche del domingo ninguna instancia gubernamental emitió un comunicado, ni sobre la magnitud de los daños ni sobre el origen del ataque. ¿Quién introdujo los explosivos? ¿Quién controla el espacio aéreo sobre las cárceles de Veracruz? ¿Qué tan comprometida está la seguridad penitenciaria del estado? Preguntas que siguen sin respuesta mientras el gobierno intenta contener el golpe de percepción.

El despliegue posterior de las fuerzas federales y estatales puede llenar titulares, pero no borra el hecho central: la delincuencia operó con precisión quirúrgica, burló la seguridad y exhibió la vulnerabilidad de un sistema penitenciario rebasado. La granada que detonó dentro del penal de Tuxpan no sólo dañó infraestructura, también hizo añicos el discurso oficial de control y gobernabilidad.

Este ataque no puede minimizarse. Representa una escalada que coloca a Veracruz en un escenario de altísima tensión: cárceles convertidas en campos de batalla y grupos criminales con la capacidad de bombardear desde el aire. Lo sucedido anoche obliga a una reflexión incómoda: ¿está el Estado gobernando o está siendo gobernado por la violencia?


Redacción Reportaje Veracruzano

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