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Cae el verdugo: Silvestre Medina Gasca, exjefe de Asuntos Internos de la SSP, tras las rejas por desaparición forzada

Coatzacoalcos, Ver. – El hombre que durante el duartismo se erigió como el “guardián” de los policías terminó desenmascarado como uno de los rostros más oscuros de la represión. Silvestre Medina Gasca, exdirector de Asuntos Internos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), yace hoy en una celda del penal de Coatzacoalcos, acusado de desaparición forzada y otros crímenes atroces.

Su captura, ocurrida el 13 de agosto en Huixquilucan, Estado de México, en un operativo coordinado entre la Fiscalía de Veracruz y la mexiquense, marca un giro demoledor en la narrativa de impunidad que por años rodeó a los peones del duartismo. El Registro Nacional de Detenciones confirmó que Medina Gasca fue internado en el reclusorio “Duport Ostión”, bajo medidas extremas de seguridad y aislado del resto de la población.

El represor que vigilaba a los policías

Como jefe de Asuntos Internos, Medina Gasca tenía la misión de vigilar la conducta de los uniformados. Pero su legado es una cloaca de abusos: testimonios de exinternos lo señalan como promotor de la temida “negra”: aislamiento brutal, privación de alimento, condiciones infrahumanas, golpizas y hasta abusos sexuales contra detenidos, muchos de ellos inocentes capturados para inflar cifras y satisfacer al régimen de Duarte.

El verdugo atrapado en su propia jaula

Durante años, Medina Gasca fue descrito como pieza clave en la maquinaria de terror que infestó a la SSP. Hoy, el mismo hombre que se jactaba de controlar penales y castigar internos con mano de hierro, enfrenta en carne propia el encierro y la humillación. La ironía es brutal: el carcelero de ayer se convierte en reo.

Símbolo de una justicia pendiente

Aunque el proceso apenas comienza, su caída encarna un mensaje inevitable: la era en que verdugos intocables gozaban de poder absoluto comienza a resquebrajarse. Las víctimas —aún invisibles y en muchos casos desaparecidas— esperan que la justicia no se limite a una detención mediática, sino que se convierta en el principio del fin de la impunidad duartista.

El rostro de Silvestre Medina Gasca tras las rejas no es solo el derrumbe de un hombre, sino el recordatorio de que el Estado tiene cuentas pendientes con la verdad, con la memoria y con los desaparecidos.


Redacción Reportaje Veracruzano

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