Del saqueo a la traición: el hijo de Vicente Aguilar y la impunidad política en Veracruz

ALTO LUCERO, VER. — En un estado donde la impunidad parece ser requisito para escalar políticamente, el caso de Luis Vicente Aguilar Castillo, hijo del dirigente petista Vicente Aguilar Aguilar, se erige como un vergonzoso ejemplo de cómo el poder no solo perdona el saqueo, sino que lo premia. Mientras miles de veracruzanos sobreviven en condiciones precarias, este personaje acumula escándalos, cambia de camiseta política según su conveniencia y se perfila como un operador oscuro dentro del Congreso local.
Del municipio al Congreso… cargando millones desaparecidos
Aguilar Castillo fue presidente municipal de Alto Lucero, cargo desde el cual desaparecieron más de 13 millones de pesos del erario, según diversas fuentes locales. En la Cuenta Pública 2023, la Auditoría Superior del Estado detectó un presunto daño patrimonial por más de 20 millones de pesos durante su gestión, lo cual no solo fue minimizado, sino prácticamente ignorado por las autoridades competentes. La Fiscalía Anticorrupción no ha iniciado procedimiento alguno.
Lejos de enfrentar justicia, Luis Vicente fue premiado con una curul como diputado local, impulsado por el Partido del Trabajo (PT), el mismo partido que dirige su padre. Este hecho revela la perversa danza entre nepotismo y complicidad política que sigue anidando en las estructuras del poder en Veracruz.
Cambios de camiseta, lealtades vendidas
Y como si el cinismo no tuviera límites, el diputado renunció al PT para sumarse a la bancada de Morena, partido que lo recibió con los brazos abiertos pese a su historial de corrupción. Este movimiento no fue casual: ocurrió luego de un conflicto interno por la imposición de candidaturas, donde Aguilar Castillo, al no lograr colocar a su esposa como candidata en Alto Lucero, decidió brincar al partido en el poder como chantaje político.
¿Qué clase de partido enarbola la lucha contra la corrupción mientras recluta a personajes señalados por desfalcos millonarios? ¿Qué clase de gobernadora y bancada morenista permiten que el Congreso se convierta en refugio de delincuentes con fuero?
¿Dónde está la rendición de cuentas?
El caso de Luis Vicente Aguilar Castillo es más que un episodio de pillaje. Es un reflejo del cáncer que corroe las instituciones veracruzanas. La ausencia de castigo, el tráfico de influencias familiares, y la compra descarada de lealtades políticas constituyen una amenaza directa al estado de derecho. Mientras tanto, la población de Alto Lucero sigue esperando infraestructura, servicios, obras… y justicia.
¿Y el papá?
Todo esto ocurre bajo la sombra de Vicente Aguilar Aguilar, eterno dirigente del PT en Veracruz, quien hoy pretende lavarse las manos y presentar a su hijo como víctima de persecución política. ¿Qué clase de moral promueve un partido que se convierte en trampolín para desvalijar a los municipios y luego escalar al Congreso?
Basta de simulación
Veracruz no puede permitirse más simulación. No se trata solo de una familia enquistada en el poder; se trata de una red de protección política que está operando impunemente ante los ojos del pueblo y con el silencio cómplice del gobierno estatal.
¿Hasta cuándo? ¿Cuánto más va a tolerar Morena que personajes como Luis Vicente Aguilar Castillo usen sus siglas como escudo? ¿Y la gobernadora Rocío Nahle seguirá guardando silencio mientras se infiltran en su partido los mismos corruptos a los que dijo combatir?
Reportaje Veracruzano no olvidará este caso.
Y usted, lector, tampoco debería.
Redacción Reportaje Veracruzano