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Alcalde de Orizaba niega el cobro de piso, cuando existen carpetas de investigación por extorsión


“Sonríe, estás en Orizaba”… ¿mientras te extorsionan? El doble discurso de Juan Manuel Diez Francos

Orizaba, Ver. – El alcalde Juan Manuel Diez Francos insiste en vender la postal de un municipio seguro, blindado y libre de la sombra criminal. Pero la realidad —cruda y sangrienta— se le escapa por las grietas de sus propias declaraciones. Apenas días después del asesinato de un comerciante asiático en pleno corazón de la ciudad, el edil se atrevió a negar la existencia del cobro de piso, esa plaga que carcome los bolsillos de empresarios, comerciantes y hasta vendedores ambulantes.

La negación sería risible, si no resultara insultante. Porque mientras el munícipe repite que Orizaba es un oasis de paz, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) exhibe la verdad: de enero a julio de 2025, se han abierto 21 carpetas de investigación por extorsión en este “Pueblo Mágico”. ¿Coincidencia? ¿Cifras manipuladas? ¿O la simple ceguera de un gobierno municipal más preocupado por el marketing turístico que por la vida y el miedo de su gente?

El crimen del comerciante asiático no es un caso aislado. Es apenas el síntoma de un mal que se respira en cada calle, donde comerciantes denuncian en voz baja lo que el alcalde grita en negativo: que el cobro de piso no existe. La pregunta es inevitable: ¿en qué ciudad vive Juan Manuel Diez Francos? Porque ciertamente no parece ser la misma Orizaba donde la inseguridad tiene nombre y apellido en cada carpeta de investigación.

Lo peor: la burla institucional. “Sonríe, estás en Orizaba”, repite el eslogan oficial. Un lema que se convierte en mofa cruel para quienes, en vez de sonreír, viven con el terror de recibir la llamada, la visita o la amenaza del crimen organizado.

La propaganda turística podrá maquillar postales, pero no tapa los expedientes judiciales. Y mientras el edil siga negando lo inocultable, la violencia y la extorsión seguirán cobrando vidas y doblando a comerciantes que, al final del día, no encuentran en su alcalde un protector, sino un vocero de la ficción.

La sonrisa que promueve el ayuntamiento es falsa; la mueca del miedo en Orizaba, esa sí, es real.


Redacción Reportaje Veracruzano

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