Colipa en crisis: nepotismo y abusos marcan el rumbo de la alcaldía Ortega Molina

Colipa, Ver. – Lo que alguna vez fue un municipio próspero gracias a la producción de chile seco al mayoreo, hoy se desangra social y económicamente: Colipa literalmente expulsa a sus ciudadanos hacia Estados Unidos ante la falta de empleo, mientras el poder se concentra en un clan familiar que parece operar sin límites.
En el epicentro de este escenario de impunidad se encuentra Jair Ortega Molina, hermano incómodo de la alcaldesa Gabriela Ortega Molina, quien tras ser excluido de la elección municipal fue “recompensado” con la dirección de Operación Regional del COBAEV, una camioneta de lujo y dinero en efectivo. Su gestión, sin embargo, ha generado señalamientos graves: hostigamiento y amedrentamiento del personal administrativo, con al menos diez personas dadas de baja o desplazadas en apenas meses.
Fuentes internas aseguran que Jair Ortega, a quien gusta que lo llamen “el arquitecto”, ha convertido la oficina en una extensión de la soberbia familiar. Con Cédula Profesional obtenida apenas en diciembre de 2024, el hermano de la alcaldesa ha logrado mantenerse firme en su cargo, mientras otros directores de área son reemplazados sistemáticamente con cada cambio de dirección general del COBAEV.
La permanencia de Jair no es casualidad. El pasado 13 de agosto, Gabriela Ortega Molina se presentó personalmente en las oficinas de Lorena Martínez, directora general del COBAEV, para garantizar la continuidad de su hermano en la dependencia. Un acto que no solo confirma el control absoluto del clan sobre las estructuras públicas, sino que también evidencia cómo el nepotismo y la protección familiar socavan la operación institucional en beneficio de intereses privados.
Mientras tanto, Colipa sufre las consecuencias: la economía local se desploma, los empleos escasean y los habitantes se ven obligados a migrar para subsistir, mientras los Ortega Molina consolidan poder y privilegios a costa de los ciudadanos. Lo que debería ser un gobierno comprometido con la comunidad, se ha convertido en un aparato de imposición familiar y acoso laboral, donde la meritocracia y la ética han quedado completamente anuladas.
La pregunta que queda en el aire es inevitable: ¿hasta cuándo permitirán los veracruzanos que el nepotismo, el abuso de autoridad y la corrupción familiar definan el destino de Colipa, mientras su gente se ve obligada a huir para sobrevivir?
Redacción Reportaje Veracruzano