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Crimen de Estado en Yanga: ¿Quién ordenó el asesinato del comandante José Luis García Domínguez?

Yanga, Ver. – 30 de septiembre de 2025. El asesinato del comandante de la Policía Municipal de Yanga, José Luis García Domínguez, acribillado la noche del lunes dentro de su propio gimnasio particular, no es un hecho aislado ni un episodio más en la interminable espiral de violencia que consume a Veracruz: es un mensaje brutal, directo y sin matices, contra el corazón mismo de las instituciones de seguridad pública.

Sicarios ingresaron al establecimiento en la colonia Paraíso y, frente a testigos, descargaron múltiples ráfagas sobre el jefe policial, conocido como “Matute”. Luego huyeron sin que la autoridad pudiera reaccionar. Minutos después, el lugar ya era un campo sellado por cintas amarillas, peritos de la Fiscalía General del Estado levantaban indicios, y un cadáver de uniforme moral –pero en ropa deportiva– quedaba como el más reciente testimonio de la incapacidad del Estado mexicano para proteger siquiera a sus propios hombres armados.

La pregunta que el poder evita: ¿quién infiltró a Yanga?

El operativo desplegado de inmediato por Policía Municipal, Estatal y Guardia Nacional —con retenes improvisados y recorridos por zonas rurales y cabeceras aledañas— exhibió la misma imagen de siempre: fuerza de reacción tardía, show mediático de patrullas en caravana, y cero detenidos.

La ciudadanía de Yanga se pregunta con rabia y miedo: ¿cómo es posible que un comando armado entre, ejecute y escape sin dificultad en un municipio con presencia de corporaciones estatales y federales? ¿Quién permitió la operación quirúrgica de un grupo criminal contra el propio director de Seguridad Pública?

Fiscalías de papel, justicia de humo

La Fiscalía Regional de Córdoba abrió la carpeta de investigación correspondiente, mientras peritos en criminalística levantaban casquillos y fotografías en el gimnasio convertido en morgue improvisada. Pero los antecedentes son demoledores: cientos de carpetas abiertas en Veracruz por homicidios dolosos contra mandos y policías terminan en el archivo muerto.

El mensaje al crimen organizado es claro: matar policías en Veracruz no tiene costo. El mensaje a la sociedad, aún más crudo: si asesinan a un comandante en su propio gimnasio, ¿qué queda para el ciudadano común?

El silencio del poder y la podredumbre institucional

Hasta la madrugada de este martes, ni el Gobierno del Estado ni la Secretaría de Seguridad Pública habían emitido una postura firme. Ningún pronunciamiento enérgico, ningún plan de blindaje, solo silencio y comunicados huecos que se repiten con cada ejecución.

El crimen del comandante García Domínguez exhibe la fractura más grave: Veracruz está en manos de redes criminales que conocen las rutinas de sus objetivos, que operan con precisión militar y que gozan de impunidad garantizada por la ineficiencia —o complicidad— de quienes deberían combatirlos.

El legado de sangre

Hoy Yanga despierta con la imagen del gimnasio convertido en escena del crimen y con la certeza de que el narcoterror y la corrupción han secuestrado la seguridad municipal. La ejecución de “Matute” no es solo un golpe contra un hombre: es la radiografía de un sistema policial infiltrado, de un Estado que no controla su territorio y de una ciudadanía expuesta a la barbarie.

El caso ya no admite eufemismos: este asesinato es un crimen de Estado por omisión, negligencia y corrupción institucional.


Redacción Reportaje Veracruzano

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