Veracruz se hunde en el horror: policía del IPAX desaparece en Tezonapa y aparece desmembrado en Omealca; Estado fallido exhibe su podredumbre

Omealca–Tezonapa, Ver. – La barbarie volvió a mostrar su rostro más atroz en la zona centro de Veracruz. El cuerpo desmembrado y embolsado de Taide Rosendo Ramírez, oficial del Instituto de la Policía Auxiliar y de Protección Patrimonial del Estado de Veracruz (IPAX), fue hallado a un costado de la carretera Omealca–Matatenatito, apenas un día después de haber sido reportado como desaparecido en Tezonapa.
El hallazgo se produjo en la entrada del Rancho Victoria, donde automovilistas detectaron bolsas negras abandonadas y dieron aviso al 911. Al acudir elementos de la Policía Estatal y Naval, confirmaron lo que nadie quería escuchar: se trataba del policía que había desaparecido en la comunidad de Motzorongo, cuando viajaba en su motocicleta rumbo a la cabecera municipal.
El cadáver de Rosendo Ramírez fue encontrado bajo estrictos protocolos de custodia, pero la pregunta inmediata es inevitable: ¿de qué sirvió ese “protocolo” si el Estado fue incapaz de garantizarle siquiera el derecho a regresar con vida a su casa?
Un policía desprotegido por el mismo Estado al que servía
El uniformado había sido reportado como desaparecido desde el viernes. Familiares y compañeros lanzaron llamados desesperados en redes sociales, pidieron ayuda a las autoridades locales, exigieron búsqueda inmediata. Nadie actuó con contundencia. Apenas 24 horas después, apareció destazado, tirado en la carretera como basura.
No era un civil cualquiera: era un policía estatal, un servidor público armado, un hombre supuestamente protegido por la estructura de seguridad veracruzana. Y, aun así, fue secuestrado, desaparecido y asesinado con absoluta impunidad. Si el Estado no puede proteger a sus propios policías, ¿qué destino les espera a los ciudadanos comunes?
La descomposición que devora a Veracruz
El crimen de Omealca y Tezonapa no es un hecho aislado. Se inserta en una cadena de ejecuciones, desapariciones y hallazgos macabros que han convertido al centro de Veracruz en un territorio de miedo y muerte. La descomposición institucional es tal, que policías municipales, estatales y hasta militares se ven rebasados por grupos delictivos que actúan sin pudor, exhibiendo su dominio con mensajes de terror.
La muerte de Rosendo Ramírez exhibe una verdad incómoda: el Estado ha perdido el control territorial y la delincuencia dicta sus reglas en la sierra, las carreteras y las comunidades.
Preguntas que el gobierno no quiere responder
- ¿Cómo es posible que un policía desaparezca en Tezonapa y aparezca destazado en Omealca sin que haya un solo responsable detenido?
- ¿Dónde están las cámaras, la inteligencia, los operativos y la prevención que presumen las autoridades estatales?
- ¿Cuántos uniformados más tendrán que morir para que se admita lo evidente: Veracruz está atrapado en un Estado fallido?
El asesinato de un policía debería ser un parteaguas, una alerta roja máxima. Sin embargo, en Veracruz se está volviendo costumbre. Hoy fue Taide Rosendo Ramírez, mañana podría ser cualquier otro. Mientras tanto, las autoridades siguen callando, administrando cadáveres y repitiendo un discurso hueco de “estrategia de seguridad” que a todas luces no existe.
El silencio oficial es cómplice. Y en ese silencio, la sangre de los policías y de los ciudadanos se sigue derramando sin que nadie asuma responsabilidad.
Redacción Reportaje Veracruzano