Veracruz, sumergido en la tragedia: 30 muertos y 18 desaparecidos tras las inundaciones, confirman autoridades federales

Xalapa, Veracruz. — Las cifras se han vuelto tan pesadas como el lodo que cubre las calles: 30 personas fallecidas y 18 más no localizadas es el saldo que, hasta el momento, deja la devastación provocada por las recientes inundaciones en la zona norte de Veracruz. La tragedia, que avanza con la lentitud del agua estancada, se extiende sobre 40 municipios donde la vida cotidiana ha quedado suspendida entre el duelo y la incertidumbre.

La coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, confirmó el dato con tono sobrio y preciso, reconociendo que la cifra fue ajustada este miércoles tras nuevas verificaciones de campo y reportes ministeriales. “Toda la información se actualiza dos veces al día”, dijo en entrevista, explicando que las fiscalías locales abren carpetas de investigación por cada víctima o persona desaparecida, en un intento por documentar la magnitud humana de la catástrofe.
El gobierno federal, aseguró Velázquez, mantiene como prioridad absoluta el retorno a la normalidad, aunque reconoció que la devastación va más allá de lo material. En comunidades donde las aguas rebasaron techos y arrasaron con comercios, la recuperación no será inmediata.

“Se les apoyará en todo y se les retribuirá en todo”, prometió la funcionaria, tras anunciar la conclusión del censo de daños en las zonas más afectadas.
Mientras tanto, brigadas de limpieza y atención médica se despliegan a lo largo del norte veracruzano. Según Protección Civil, más de tres mil médicos participan en labores de prevención sanitaria, asistiendo a damnificados en módulos instalados “cada dos o tres cuadras”.
Velázquez insistió en que, hasta el momento, no existe riesgo sanitario pese a las aguas contaminadas y los residuos acumulados. “No tenemos información de ninguna infección. Nos estamos avocando a la limpieza de las calles, a brindar toda la alimentación y el agua que requiere la gente”, subrayó.

Sin embargo, en municipios como Poza Rica, Tihuatlán y Papantla, los testimonios reflejan otra realidad: familias que continúan durmiendo sobre colchones húmedos, comunidades sin electricidad y caminos rurales todavía intransitables. En esas zonas, la ayuda avanza, pero con pasos más lentos que el agua que aún se resiste a desaparecer.
A medida que la emergencia se extiende, Veracruz enfrenta un doble desafío: reconstruir sus comunidades y recuperar la confianza de una población que, año tras año, vuelve a vivir bajo el mismo temor —que la lluvia no sea solo agua, sino un recordatorio de su vulnerabilidad estructural.

Porque más allá de las cifras oficiales, cada víctima tiene nombre, cada desaparecido una historia, y cada vivienda anegada revela un país que aún no aprende a proteger a quienes viven al borde del desastre.
Redacción Reportaje Veracruzano