NAHLE SE DOBLA Y DESAUTORIZA: CUANDO PALACIO NACIONAL HABLA, LA FISCALÍA DE VERACRUZ CALLA

Xalapa, Ver.— En Veracruz, la justicia camina… pero siempre mirando hacia el centro del país. Y cuando desde Palacio Nacional se eleva la voz, aquí no hay autonomía que aguante: se frena, se corrige y, si hace falta, se desdice.
La gobernadora Rocío Nahle García terminó por desautorizar públicamente a su propia Fiscal General, Verónica Hernández Giadáns, al poner en entredicho la imputación del delito de terrorismo contra el periodista Rafael León Segovia. No fue un matiz ni una aclaración técnica: fue una marcha atrás política en toda regla.
La secuencia es reveladora. La Presidenta de la República afirma que “en México nunca ha habido terrorismo”. Minutos después, la gobernadora de Veracruz replica casi de forma mecánica:
“La Presidenta hizo una declaración que comparto al cien por ciento”.
Con esa sola frase, Nahle dejó a la Fiscalía sola en el banquillo, exhibida, cuestionada y jurídicamente desnuda.
Luego vino la estocada final:
“No, no hay terrorismo… hay que revisar el Código Penal de Veracruz”.
Dicho en términos políticos y legales, la traducción es brutal: la Fiscalía se excedió, improvisó o ejecutó una instrucción mal calculada. Y cuando el costo subió, nadie quiso cargarla.
La gobernadora intenta refugiarse en el discurso del debido proceso, ese comodín institucional que suele aparecer después del error, nunca antes. Pero el daño ya estaba hecho: el uso del delito de terrorismo contra un periodista no solo fue una torpeza jurídica, sino una señal de alarma democrática.
Aquí no se trata de una diferencia de interpretación legal. Se trata de control. De quién manda realmente. Y la respuesta quedó clara: la narrativa federal manda, y en Veracruz se acata, incluso si eso implica desacreditar a la institución encargada de procurar justicia.
El mensaje interno es devastador: la Fiscalía actúa, pero no decide; acusa, pero no respalda; ejecuta, pero no sostiene. Y cuando el viento político cambia, se convierte en daño colateral.
Al final, la pregunta no es menor y sigue sin respuesta:
Si en México no hay terrorismo,
¿quién decidió fabricarlo en Veracruz?
Y todavía más inquietante:
¿Cuántos excesos se cometen bajo una justicia que nadie está dispuesto a defender cuando el poder exige rectificar?
En Veracruz, hoy quedó claro: la ley puede estirarse… pero solo hasta donde el centro lo permite. Y cuando se rompe, nadie se hace responsable.
Redacción Reportaje Veracruzano



