Vactores, pipas y aplausos oficiales… mientras el petróleo sigue brotando en los ríos del norte de Veracruz

Poza Rica, Veracruz | 8 de diciembre.—
La escena fue cuidadosamente enmarcada: camiones vactor, unidades de bomberos, pipas, ambulancias y discursos de transformación. Desde Poza Rica, la gobernadora Rocío Nahle anunció que 15 municipios del norte de Veracruz serán beneficiados con equipamiento para fortalecer los servicios básicos, agradeciendo públicamente a Pemex por su respaldo y presencia “histórica” en el estado.
El mensaje fue claro: hay apoyo, hay maquinaria, hay coordinación institucional.
Pero fuera del templete, lejos del lente oficial, la realidad exige preguntas incómodas.
Porque esos mismos municipios que hoy reciben camiones nuevos —Poza Rica, Tuxpan, Coatzintla, Tihuatlán, Álamo Temapache, Papantla, Tamiahua, Ixhuatlán de Madero, Naranjos Amatlán, Ozuluama, Pánuco, Chicontepec, Tamalín, Tancoco y Cerro Azul— son los mismos que en los últimos meses han visto sus ríos y tierras manchados por hidrocarburos.
El contraste que nadie quiere explicar
Mientras se supervisan obras de desazolve y se celebra el “fortalecimiento de los servicios básicos”, el norte de Veracruz arrastra una cadena documentada de derrames, fugas y contaminación petrolera atribuida a ductos de Pemex.
Ríos como el Pantepec y el Cazones, afluentes, canales y zonas agrícolas han sido impactados en 2024 y 2025. Comunidades denunciaron olores tóxicos, pérdida de cosechas, afectación a tomas de agua potable y una atención tardía. La narrativa oficial habla de contención y remediación; la ciudadanía habla de reparaciones incompletas y daños no resarcidos.
Aquí surge la pregunta que el discurso no respondió:
¿Los camiones vactor y las pipas llegan como parte de una estrategia preventiva… o como paliativo ante un problema estructural que no se resuelve?
Pemex: ¿benefactor o deudor ambiental?
El reconocimiento público a Pemex como “orgullo nacional” contrasta con los datos duros:
Entre 2018 y 2024 se han documentado cientos de derrames y fugas de alto impacto en el país, con Veracruz entre los estados más afectados. En el norte veracruzano, los incidentes no son aislados ni menores; forman un patrón que se repite tras lluvias, fallas en ductos envejecidos o mantenimiento deficiente.
Hoy Pemex entrega camiones.
Pero ayer y antier dejó petróleo en los ríos.
Y la pregunta de fondo sigue sin respuesta oficial:
¿Cuánto se ha invertido en remediación ambiental real, indemnización a productores y estudios de impacto sanitario en estas mismas comunidades que hoy son fotografiadas como “beneficiadas”?
El silencio que acompaña al anuncio
Durante el anuncio no se habló de:
- Volúmenes exactos de hidrocarburo derramado en la región.
- Resultados de estudios de suelo y agua.
- Compensaciones a campesinos y pescadores afectados.
- Responsabilidades administrativas o técnicas por la recurrencia de las fugas.
Se habló de maquinaria.
Se habló de transformación.
Pero no se habló del daño.
La pregunta final
La visita de la gobernadora Rocío Nahle a Poza Rica deja una imagen potente, sí. Pero también deja un vacío informativo peligroso.
Porque el verdadero fortalecimiento de los servicios públicos no empieza con camiones nuevos, sino con ductos seguros, ríos limpios y comunidades reparadas.
Y mientras eso no se explique con la misma fuerza con la que se aplauden los apoyos, la sospecha persiste:
¿Estamos ante una política de prevención… o ante una narrativa que intenta tapar con maquinaria los derrames que siguen sin cerrarse?
Redacción Reportaje Veracruzano



