Comando armado secuestra a empresario en zona residencial de Poza Rica y no se sabe nada él

Eran poco más de las seis de la tarde, hora pico en Poza Rica. El sol todavía iluminaba con fuerza la avenida Pozo 13, una de las arterias más transitadas de la ciudad, flanqueada por comercios, talleres y la incesante rutina de vendedores y clientes. Entre el ruido de motores y cláxones, nada hacía presagiar la irrupción violenta que estaba por quebrar la calma aparente.
Un rugido de motores y el destello metálico de armas largas marcaron el inicio. Un comando armado, con precisión casi militar, cerró el paso a una camioneta de lujo a la altura de la entrada al fraccionamiento Heriberto Kehoe. Dentro viajaba Abisai Lima, empresario local y propietario del Club Petrolero PADEL, acompañado —según versiones extraoficiales— por un familiar.
No hubo tiempo para negociar. Los disparos rompieron el parabrisas, obligando al conductor a detenerse. El empresario se negó a descender, pero la resistencia apenas duró segundos: fue arrancado de la cabina y subido por la fuerza a otro vehículo. La escena se repitió con su acompañante. La camioneta quedó ahí, puertas abiertas, motor encendido, como un testigo mudo de la violencia que acababa de suceder.
En cuestión de minutos, la zona se llenó de sirenas. Policía Municipal, Estatal, Guardia Nacional, Ejército y Marina convergieron en el lugar, acordonando la escena mientras otros grupos emprendían una búsqueda que, hasta ahora, no ha dado resultados. Los peritos de la Fiscalía General del Estado llegaron para levantar indicios, bajo la mirada inquieta de vecinos y comerciantes que seguían asomándose desde puertas entreabiertas.
No es la primera vez que Poza Rica vive algo así. Apenas semanas atrás, la gobernadora Rocío Nahle García anunció el despliegue de 300 elementos federales para contener la ola de secuestros, ejecuciones y extorsiones que golpea al norte de Veracruz. Sin embargo, la operación de comandos a plena luz del día, en zonas comerciales y con total impunidad, deja en claro que la presencia militar no ha restablecido el control.
Poza Rica, ciudad petrolera que durante décadas vivió del oro negro, arrastra ahora un oscuro legado: economías ilícitas, robo y trasiego de hidrocarburos, y una criminalidad cada vez más diversificada y violenta. El secuestro del empresario y su acompañante se inscribe en esa lógica: mensajes de poder entre grupos, disputas territoriales y un tejido social que vive en constante tensión.
Mientras el sol se ocultaba y las patrullas se retiraban, quedó flotando en el aire la pregunta que muchos ya no se atreven a hacer en voz alta: ¿quién manda realmente en Poza Rica?
Hasta el cierre de esta crónica, el paradero de las víctimas sigue siendo un misterio, y el silencio oficial solo alimenta la zozobra de una ciudad que, cada día, se siente un poco más sitiada.
Redacción Reportaje Veracruzano