
Xalapa, Ver. – La tarde de este martes, la Plaza Lerdo volvió a ser escenario del choque entre la inconformidad social y la fuerza del Estado. Un contingente numeroso de antimotines de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) fue desplegado para retirar a un solo manifestante: Gabriel Romero Reyes, conocido como “El Cocodrilo”, quien desde hace meses mantiene un plantón en el corazón político de Veracruz.
Romero Reyes, quien asegura ser víctima de un despojo de vivienda ocurrido hace más de cuatro décadas, había instalado su carpa frente a Palacio de Gobierno como medida de presión. Este martes, decidió trasladarla al centro de la calle Enríquez, lo que desató un operativo policial que, por su magnitud, resultó desproporcionado frente al tamaño de la protesta.

La imagen fue contundente: una fila de granaderos rodeando a un solo ciudadano. Tras unos minutos de tensión y diálogo, “El Cocodrilo” aceptó mover su campamento y liberar parcialmente la vialidad. Finalmente, se replegó hacia su punto original y más tarde se retiró por completo, permitiendo la circulación normal.
No es la primera vez que la Plaza Lerdo se convierte en un espacio de resistencia social. Semanas atrás, otro ciudadano, Juan Ricardo Ordóñez Jeréz, mantuvo una huelga de hambre en el mismo sitio, denunciando amenazas de muerte y la indiferencia de la Fiscalía General del Estado.

Este martes, Romero Reyes pidió directamente la intervención de la gobernadora Rocío Nahle, a quien responsabilizó de atender un problema que, asegura, lleva más de 43 años sin solución.
La escena abre nuevamente el debate sobre el uso de la fuerza pública en Veracruz: ¿es necesario movilizar a decenas de antimotines para desalojar a un solo inconforme? La respuesta, más allá de lo ocurrido este día en Xalapa, refleja la tensión latente entre un Estado que prioriza la “imagen de orden” en el centro político de la capital, y ciudadanos que, en su desesperación, hacen de la protesta su último recurso.
Redacción Reportaje Veracruzano