Álamo bajo fuego: bar convertido en campo de ejecución mientras la alcaldesa guarda silencio

Álamo Temapache, Ver., 23 de septiembre de 2025.– La violencia volvió a irrumpir con estruendo en la capital mundial de la naranja. Un comando armado entró al bar Maryboo, sobre la avenida Independencia, y desató una lluvia de balas que dejó como saldo a un hombre ejecutado y dos heridos de gravedad. El ataque ocurrió la noche del lunes, cerca de las 11:00 p.m., cuando el establecimiento apenas reunía a unos cuantos clientes.
La víctima mortal fue identificada como Luis Alberto Bote Álvarez, elemento de Transporte Público Estatal y padre de un oficial de Tránsito municipal. Su vida terminó abruptamente en medio de las ráfagas dirigidas contra la mesa donde convivía con el propietario del bar, Efrén “N”, y un DJ originario de Poza Rica, quienes ahora pelean por sobrevivir en el Hospital General de Álamo.
Un ataque anunciado en tiempos de “bienestar”
El operativo posterior –SEDENA, Marina, Policía Estatal y Ministerial– desplegado en la zona llegó, como siempre, después del estruendo, cuando ya la sangre había corrido y los sicarios se habían esfumado. Nadie sabe nada, nadie dice nada. La pregunta es inevitable: ¿cómo es posible que un comando armado irrumpa en pleno centro de Álamo y dispare con impunidad sin que ninguna autoridad municipal pudiera prevenirlo?
La alcaldesa Blanca Lilia Arrieta Pardo prometió paz, pero entrega miedo. Bajo su administración, Álamo se convirtió en tierra fértil para los ataques contra bares y centros nocturnos, a tal grado que en menos de 24 horas se registraron atentados en dos municipios del norte veracruzano, Poza Rica y Álamo.
¿Quién protege a los ciudadanos?
La víctima no era un desconocido: un trabajador del Estado, padre de un servidor público municipal. Su ejecución es un mensaje directo de que en Veracruz la violencia no discrimina ni respeta investiduras. Mientras tanto, la alcaldesa opta por el mutismo y el desgaste del discurso oficial que repite que “todo está bajo control”.
Pero no lo está. La gente de Álamo lo sabe: cada noche teme convertirse en estadística de una guerra no declarada. Y cada día observa cómo la autoridad municipal se deslinda de responsabilidades con un silencio tan criminal como las balas.
Álamo Temapache arde, y el fuego de la inseguridad ya no se puede ocultar bajo las alfombras del palacio municipal.
Redacción Reportaje Veracruzano