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Impunidad y crueldad en Minatitlán: siguen envenenando perros mientras las autoridades callan

Por Redacción | Reportaje Veracruzano
Minatitlán, Ver. — En la comunidad de Las Ánimas, la tragedia volvió a repetirse. Cuatro perros —Canelo, Cool, Oso y Rambo— fueron hallados sin vida en un terreno baldío, tras horas de angustiosa búsqueda de sus dueños. Los vecinos, aún con el dolor fresco, aseguran que no se trata de un hecho aislado, sino de un patrón de crueldad que las autoridades locales han permitido prosperar bajo el manto de la impunidad.

La comunidad recuerda con rabia el caso de Max, el perro baleado por un vecino el 16 de julio de 2024. A más de un año de aquel crimen, nadie ha sido castigado. El agresor continúa libre, y la confianza de los habitantes en la justicia se ha evaporado. Hoy, esa misma indiferencia institucional vuelve a teñir de luto a Las Ánimas.

Sospechas, miedo y silencio oficial

Vecinos señalaron que sospechan de una persona del lugar, conocida por haber mostrado actitudes violentas hacia los animales, pero hasta ahora ninguna autoridad se ha presentado para investigar. “Nos piden papeles, firmas, testigos, y al final no pasa nada. Parece que quieren que nos cansemos”, relató una de las afectadas.

En Minatitlán, denunciar el maltrato animal se ha convertido en un vía crucis burocrático. Los afectados deben sortear la falta de personal en las fiscalías, la indiferencia de la policía y el desinterés del gobierno municipal, encabezado por la alcaldesa, a quien los habitantes ahora responsabilizan por no garantizar un entorno seguro ni para personas ni para animales.

La ley existe, pero no se aplica

El Código Penal del Estado de Veracruz es claro: el maltrato o crueldad contra los animales se castiga con penas de seis meses a tres años de prisión. Si el abuso provoca la muerte —como ocurrió en este caso—, las sanciones pueden alcanzar los tres años de cárcel y multas de hasta 400 días de salario mínimo. Sin embargo, las cifras hablan por sí solas: Veracruz es uno de los estados con más casos de maltrato animal y menos sentencias firmes.

Organizaciones defensoras de animales aseguran que la legislación es letra muerta ante un sistema judicial lento, politizado y sin voluntad real de proteger a los seres más vulnerables.

Justicia para Canelo, Cool, Oso y Rambo

Con pancartas improvisadas y lágrimas contenidas, los vecinos de Las Ánimas exigieron justicia. “No queremos que esto quede como el caso de Max. Queremos justicia para nuestros perritos”, reclamaron frente al palacio municipal. Su clamor va más allá de la tristeza: es una denuncia social contra una autoridad que, a ojos de muchos, se ha vuelto cómplice por omisión.

Un reflejo de la descomposición social

La crueldad hacia los animales, advierten especialistas, no es un acto menor. Es una señal de descomposición, un síntoma de violencia que puede escalar hacia los humanos. “Un municipio que no castiga el maltrato animal está incubando la violencia del mañana”, sentenció un activista local.

Mientras tanto, los cuerpos de Canelo, Cool, Oso y Rambo descansan bajo la sombra de un árbol, enterrados por manos que los amaron y por una comunidad que exige lo que el Estado no ha sabido darles: justicia y dignidad.

Redacción Reportaje Veracruzano

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