Mientras Veracruz se inunda, el estadio del pueblo alberga la “Santa Cena” de la acusada iglesia: entre lágrimas por las víctimas y aplausos para los líderes de Iglesia La Luz del Mundo

Boca del Río, Ver., 25 de octubre de 2025. Cuando el norte de Veracruz aún está marcado por las huellas de agua, muerte y desolación —más de 70 personas fallecidas y miles de familias damnificadas por las recientes inundaciones—, el gobierno estatal cedió un símbolo de la vida pública al espectáculo religioso de la Iglesia La Luz del Mundo: del 24 al 26 de octubre, el estadio Estadio “Beto Ávila”, inmueble que pertenece al Estado de Veracruz, fue escenario de un evento multitudinario organizado por esa congregación con participantes llegados de Veracruz, Tabasco y Oaxaca.
La escena tiene todos los ingredientes de una paradoja moral: ciudadanos luchando por sobrevivir la catástrofe, mientras que un espacio público —financiado con recursos del Estado— es ocupado por una agrupación religiosa que precisamente se encuentra en el ojo del huracán internacional. En los Estados Unidos, el líder mundial de esa iglesia, Naasón Joaquín García, enfrenta cargos federales por tráfico sexual, explotación infantil y crimen organizado.
Y sin embargo —irónicamente—, en Veracruz se celebra.
El escenario de la incongruencia
Pronóstico de desastre: lodo, escombros y lamentos en el norte del estado. Mientras tanto, en Boca del Río, miles de feligreses de La Luz del Mundo llenaban el estadio Beto Ávila para una “Santa Cena” multitudinaria. El inmueble, cuya administración depende del gobierno estatal, fue rentado por la congregación —se habla de aproximadamente 3 millones de pesos para la renta del estadio—, lo cual ha generado indignación entre colectivos ciudadanos.
Grave es que este acto se lleve a cabo cuando se dice que el Estado debe priorizar auxilio, emergencia y reconstrucción. Pero la prioridad para muchos gobernantes parece ser otra: dar espacio mediático a quienes ya están siendo investigados internacionalmente.
Una organización bajo sospecha internacional
La Iglesia La Luz del Mundo no es una agrupación menor. Fundada en México, con presencia global, ha sido acusada por autoridades estadounidenses de ser una empresa criminal que bajo el manto religioso escondía explotación sexual de menores, producción de pornografía infantil y tráfico de personas.
El 10 de septiembre de 2025, una acusación federal en Nueva York detalló que Naasón Joaquín García y al menos otros cinco implicados dirigían el llamado “Joaquín LLDM Enterprise” que operó durante décadas y aprovechó la doctrina, la lealtad devota y la estructura de la congregación para abusar de mujeres y niños.
En México no han sido pocos los reportes de víctimas que acusan a la congregación de ejercer control psicológico, teocrático, y de usar la fe como mecanismo de sumisión.
“En Estados Unidos los condenan… y en Veracruz celebran”
Esa es la frase que han repetido los críticos en redes sociales y entre colectivos ciudadanos de Veracruz. Mientras jueces federales en EE.UU. acusan formalmente a los líderes de LLDM de operar una red de abuso global, en el estado veracruzano se autoriza un evento masivo de la misma organización en un estadio público.
¿Quién dio la autorización? ¿Qué papel jugaron los funcionarios estatales, municipales o del gabinete de la gobernadora en esta operación logística? Es inconcebible que, siendo un espacio público del Estado, se permitiera la concesión sin preguntas ni contrapesos ciudadanos.
El artículo de Hora Cero menciona que la renta del estadio fue aproximadamente 3 millones de pesos y que hubo “incluso eventual participación de funcionarios en la organización y apoyo del evento”.
Una cuestión de prioridad política y moral
El gobierno estatal —y todos los niveles del poder público involucrados— enfrentan hoy un dilema profundo:
- ¿Por qué se presta un espacio público en medio de una emergencia humanitaria sin condiciones claras de transparencia?
- ¿Qué mensaje se envía cuando se cede una infraestructura estatal a una congregación acusada internacionalmente de delitos graves?
- ¿Dónde están los criterios de Estado laico, de protección a las víctimas, de rendición de cuentas?
La respuesta parece apuntar hacia un lanza-cohetero de conveniencia: religiones afines al poder local son favorecidas con espacios y legitimidad, aunque su reputación internacional se desmorone. En este caso, Veracruz se convierte en escenario de impunidad monumental.
Conclusión: Veracruz, enclave de la contradicción
En un estado golpeado por el desastre, el gobierno permitió que su estadio más visible se convierta en tribuna de una iglesia que hoy está siendo excavada por la Justicia de otros países.
Los damnificados de las inundaciones no tienen consuelo suficiente, pero hay espacio para una cena multitudinaria de la LLDM.
Los padres que perdieron hijos en los municipios inundados no han visto aún que el gobierno cambie prioridades, pero los feligreses de LLDM sí tienen un estadio para congregarse.
Y mientras los jueces estadounidenses dictaminan cargos de explotación infantil, en Veracruz se da licencia al aplauso.
Es hora de que alguien en el poder responda: ¿qué criterios rigen la selección de eventos en espacios públicos estatales? ¿Qué vetos o filtros existen frente a organizaciones cuestionadas? ¿Quién asume la responsabilidad política y moral de esta decisión?
La escena es clara: en Veracruz, se festeja lo que en otros países se investiga como crimen.
Y el silencio de las autoridades es parte del expediente.
Redacción Reportaje Veracruzano



