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Huixcolotla en el ojo del terror: renuncian todos los policías tras brutal emboscada que dejó tres muertos

Por Redacción Altas Montañas
Reportaje Veracruzano

Huixcolotla, Puebla.– El miedo venció al Estado. La noche sangrienta que arrebató la vida de tres policías municipales —entre ellos la comandante Yusami Monterrosas Apolinar— dejó no solo cadáveres, sino una institución colapsada: todos los elementos de la Policía Municipal presentaron su renuncia. El municipio, literalmente, amaneció sin ley.

El ataque fue tan preciso como despiadado. Dos camionetas blancas interceptaron la patrulla de los uniformados sobre la carretera federal a Tehuacán. De su interior descendieron al menos siete hombres armados que abrieron fuego sin dar tiempo a una defensa. Roberto Pérez Trinidad y Arturo Jiménez Ortigoza murieron al instante; la comandante Monterrosas agonizó en el trayecto al hospital.

El mensaje de los sicarios fue contundente: la autoridad local no controla ni su propio destino. La emboscada no fue un acto de improvisación, sino una ejecución meticulosa, calculada, dirigida a desmantelar la débil estructura de seguridad del municipio.

En cuestión de horas, el miedo hizo lo que ni el crimen ni la corrupción habían logrado: desintegrar por completo la corporación municipal. Los policías restantes —temiendo por sus vidas y las de sus familias— renunciaron en masa.

Ahora la seguridad de Huixcolotla queda en manos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal de Puebla, mientras la Fiscalía General del Estado intenta reconstruir un rompecabezas que apunta hacia un ajuste de cuentas entre grupos criminales que operan con libertad en la región.

Pero la verdadera pregunta es otra:
¿Dónde estaba el Estado cuando sus servidores morían emboscados en la oscuridad?
¿En qué momento las instituciones se convirtieron en testigos silenciosos de su propia derrota?

Huixcolotla se ha convertido en un espejo roto del país: un municipio sin policías, un pueblo a la deriva, y una sociedad que ha normalizado la barbarie.
Mientras tanto, la sangre de tres uniformados clama justicia en una tierra donde la justicia parece haber renunciado también.

Redacción Reportaje Veracruzano

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