PEMEX BAJO FUEGO: DIPUTADA DE MC DENUNCIA A LA PETROLERA POR CONTAMINAR EL RÍO PANTEPEC Y AGRAVAR LA TRAGEDIA EN EL NORTE DE VERACRUZ

Xalapa, Ver. — Veracruz enfrenta no solo la devastación de las lluvias e inundaciones, sino también la marca indeleble del petróleo sobre sus aguas. La diputada federal Laura Ballesteros Mancilla, de Movimiento Ciudadano, denunció formalmente a Petróleos Mexicanos (Pemex) ante la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) por la contaminación del río Pantepec, tras el derrame de hidrocarburo ocurrido en días recientes.
El caso ha desatado una tormenta política y ambiental: más de 79 mil veracruzanos, ya golpeados por el desastre natural de octubre, ahora respiran, beben y conviven con residuos petroleros, mientras Pemex guarda un silencio tan espeso como el crudo que mancha sus ríos.
Videos y fotografías difundidos por pobladores exhiben un panorama devastador: el río ennegrecido, los cultivos arruinados y las viviendas impregnadas del olor a hidrocarburo. Pese a ello, la paraestatal no ha asumido responsabilidad pública alguna, ni ha desplegado una estrategia clara de remediación.
“Las familias están conviviendo con la contaminación y Pemex no se ha hecho responsable”, denunció Ballesteros Mancilla, quien exigió que la ASEA y la Profepa determinen el daño ambiental y a la salud pública, y que la petrolera sea sancionada ejemplarmente.
La diputada recordó que no es la primera vez que Veracruz sufre los estragos de la negligencia petrolera. En los últimos años, los derrames se han vuelto una constante —de Papantla a Agua Dulce— sin que existan consecuencias legales proporcionales al daño causado.
El río Pantepec, que durante generaciones fue fuente de vida, se ha convertido hoy en un espejo oscuro del abandono institucional. Pese a la evidencia, Pemex continúa operando bajo el amparo de la impunidad ambiental, escudada en burocracia y silencio.
Mientras tanto, los habitantes afectados siguen sin agua potable, sin apoyo sanitario y sin respuestas. El crudo sigue flotando, y con él la indignación de un pueblo que ve cómo el Estado mexicano permite que su empresa insignia destruya los ecosistemas que juró proteger.
El caso pone en evidencia una verdad incómoda: en Veracruz, la corrupción y la desidia se mezclan con el petróleo, y de esa combinación no nace energía… sino miseria.
La denuncia de Ballesteros Mancilla podría marcar un precedente si la ASEA y la Profepa actúan con rigor. Pero si, como tantas veces, el expediente se archiva, quedará claro que Pemex no solo contamina los ríos de Veracruz: contamina también la justicia y la esperanza de sus habitantes.
Redacción Reportaje Veracruzano



