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EL PRI NO DESAPARECIÓ: SE DISFRAZÓ DE MORENA Y YA TOCA LA PUERTA DEL PODER MUNICIPAL

25 de diciembre de 2025 | Tuxpan y Álamo 

Que no se engañe nadie: el priismo no murió, mutó. Cambió el rojo por el guinda, ajustó el discurso, aprendió el nuevo lenguaje del poder y hoy vuelve a gobernar desde dentro de Morena. En Tuxpan y Álamo Temapache, el fenómeno no es una sospecha: es una realidad política en marcha.

Los nombres son conocidos y sus trayectorias también: Daniel Cortina Martínez y Pepe Arenas. Ambos, formados en la vieja escuela del PRI, hoy avanzan como virtuales alcaldes bajo las siglas de Morena, desplazando a militantes de base y a cuadros que sí construyeron el movimiento desde abajo. No llegaron por accidente. Se infiltraron con método.

Del PRI al guinda: la ruta del camuflaje

Daniel Cortina no es un improvisado ni un ciudadano recién politizado. Su historial lo delata. Durante el gobierno priista de Juan Ramón Ganem Vargas, fue secretario del Ayuntamiento de Tuxpan (2009–2013) y posteriormente asesor en la XXI Legislatura Federal (2013–2014). Un pupilo directo del priismo clásico, del que se movía entre acuerdos, cuotas y silencios convenientes.

Pepe Arenas sigue la misma lógica: experiencia reciclada, estructura heredada y relaciones construidas en el régimen que Morena juró erradicar. 

Hoy, ambos se presentan ante el electorado como “ciudadanos comprometidos con la 4T”, ocultando convenientemente el origen de su formación política.

El problema no es cambiar de partido; es no cambiar de prácticas

Nadie discute que migrar de un partido a otro es legal. El dilema profundo —y peligroso— es otro: ¿cambiaron realmente las prácticas, la ética y la forma de ejercer el poder? Todo indica que no. El priismo no se fue; aprendió a mimetizarse, a sobrevivir en el nuevo ecosistema político.

En Álamo y Tuxpan, el poder no se renueva, se disfraza. El viejo régimen regresa sin banderas tricolores, pero con discursos de “unidad”, llamados a la “experiencia” y promesas de “gobernabilidad”. Es el mismo guion, con distinto color.

Morena, en riesgo de convertirse en refugio del pasado

Aquí está el punto crítico: Morena corre el riesgo de traicionarse a sí misma. Nació como un movimiento para transformar, no para absorber sin filtros a los cuadros del sistema que prometió combatir. El verdadero peligro no viene de la oposición formal, sino de las decisiones de su dirigencia estatal y nacional, que permitió la colonización interna por actores formados en la lógica del favor, el acuerdo en lo oscuro y el uso patrimonial del gobierno.

Daniel Cortina y Pepe Arenas no son la excepción; son el síntoma. No representan renovación, representan continuidad encubierta. Cuando el pasado se infiltra sin ser confrontado, el futuro se hipoteca.

La advertencia es clara y urgente: si Morena no pone límites, la llamada Cuarta Transformación podría terminar gobernada por los mismos de siempre, esos que durante décadas pregonaron el poder como botín y hoy se envuelven en el discurso que antes despreciaban.

Porque no se mata la verdad: el PRI no se fue. Solo aprendió a gobernar de guinda.

Redacción Reportaje Veracruzano

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