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SHEINBAUM HABLA DE CHICHARITO, PERO GUARDA SILENCIO ANTE EL ASESINATO DE UNA MAESTRA EN VERACRUZ

Indignación nacional: mientras la presidenta Claudia Sheinbaum se pronuncia con firmeza sobre declaraciones de un futbolista, guarda un silencio ominoso ante el secuestro y asesinato de una mujer trabajadora que pedía ayuda en vida.

El país se estremece por el crimen atroz de Irma Sánchez Cruz, una mujer mexicana que encarnaba el verdadero rostro de la lucha y la dignidad: maestra jubilada, taxista para sobrevivir, madre, abuela, hija, hermana y víctima de un sistema que le falló en todo. Irma fue privada de su libertad por negarse a pagar “derecho de piso” a la mafia veracruzana y, pese a suplicar por su vida en un video que hoy circula con horror en redes sociales, fue encontrada sin vida en la comunidad Buenos Aires, entre los municipios de Álamo Temapache y Cerro Azul.

El video es una condena en sí misma: Irma aparece implorando clemencia, aterrada, obligada a enviar un mensaje a sus colegas del volante: “Compañeros taxistas, con la mafia veracruzana no se juega. Paguen su cuota como debe ser”. Esa no fue una advertencia. Fue una sentencia de muerte.

Y mientras tanto, ¿dónde está el Estado? ¿Dónde está la presidenta Claudia Sheinbaum? Ayer, la mandataria nacional se mostró indignada por los comentarios de un futbolista. Sí, por Chicharito. Con vehemencia se pronunció, con claridad se posicionó. Pero ante el grito silenciado de Irma, ante su cadáver abandonado en la orilla de un camino veracruzano, no hubo un solo tuit, un solo posicionamiento, ni una sola palabra.

¿Dónde están esas influencers que se autodenominan “feministas”? Las mismas que incendiaron las redes por una supuesta falta de respeto de un jugador a la investidura presidencial, hoy callan frente a la ejecución de una MUJER que sólo quería vivir dignamente.

Irma no tenía guardaespaldas, no tenía escoltas, no tenía reflectores. Tenía una necesidad: llevar pan a su mesa. Y por eso manejaba un taxi a los 64 años. Por eso se enfrentó sola a un crimen organizado que ha tomado el control de regiones enteras mientras los gobiernos, federal y estatal, simulan estrategia, abrazan estadísticas y desoyen el clamor del pueblo.

Este feminicidio no ocurrió en la clandestinidad: ocurrió frente a todos. La delincuencia tuvo el descaro de secuestrarla, grabarla y asesinarla sin que ninguna autoridad interviniera. ¿Qué más hace falta para que alguien actúe?

Este no es solo un crimen, es un retrato feroz de lo que representa hoy ser mujer trabajadora en México: abandono, vulnerabilidad, muerte. Y el silencio de la presidenta Sheinbaum pesa más que mil palabras. Pesa como una lápida.

Hoy, la historia de Irma debería estar en boca de todos. Porque ella, no el futbolista, no las frivolidades del espectáculo político, representa lo que verdaderamente importa: el valor de la vida, la dignidad del trabajo y la traición de un Estado que la dejó sola.

¿Quién levanta la voz por Irma? ¿Quién exigirá justicia por ella? ¿O es que la muerte de una maestra vale menos que un balón y un trending topic?

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