ATAQUE ARMADO EN EL IMSS BIENESTAR DE TUXPAN: EL ESTADO DE DERECHO, ASESINADO A QUEMARROPA

UN SICARIO ENTRA A HOSPITAL Y ASESINA A SANGRE FRÍA: LA VIOLENCIA GOBIERNA VERACRUZ, NO ROCÍO NAHLE
Tuxpan, Ver. – Mientras el discurso oficial intenta maquillar cifras y negar realidades, la violencia en Veracruz irrumpe —literalmente— hasta en los hospitales. Un hombre fue ejecutado y otro gravemente herido dentro del Hospital IMSS Bienestar de Tuxpan, en un atentado perpetrado por un sicario que burló todos los filtros de seguridad, ingresó con un arma y disparó a quemarropa. Esta es la muestra más brutal de un Estado fallido que permite que incluso la vida hospitalaria se convierta en zona de guerra.
El agresor, que se hizo pasar por familiar de un paciente, accedió al área de hospitalización sin ser detectado. Disparó dentro de la habitación contra dos hombres: uno de ellos murió en el lugar; el otro, un taxista que ya había sido atacado el día anterior, fue herido nuevamente y tuvo que ser intervenido de urgencia.

La víctima mortal era el padre del mismo taxista, quien manejaba la unidad número 899 y había sobrevivido a un primer ataque armado durante la tarde de ayer. El hecho de que no se le haya brindado ningún tipo de protección o vigilancia hospitalaria luego del primer atentado revela una cadena de omisiones criminales por parte de las autoridades de seguridad estatales.

Tras el ataque, elementos de la Marina, Ejército, Policía Estatal y Municipal desplegaron un operativo que culminó con la detención del atacante, quien fue asegurado y puesto a disposición de las autoridades ministeriales. Pero el arresto, aunque necesario, no repara la omisión institucional: la falla de origen está en un sistema que permite que un sicario cruce las puertas de un hospital sin obstáculos.

¿Dónde está el operativo permanente de seguridad? ¿Dónde está la inteligencia preventiva? ¿Dónde está la gobernadora?
LA MAESTRA DE ÁLAMO: OTRA VÍCTIMA INDIRECTA DEL TERROR
Mientras tanto, en Álamo Temapache, una tragedia igual de escandalosa: una maestra fue levantada por integrantes del Grupo Sombra, brazo del crimen organizado que opera impunemente en el norte de Veracruz. Días después fue localizada sin vida. Médicamente murió de un infarto, pero la verdad es otra: la mató el terror inducido por un Estado colapsado, incapaz de garantizarle ni siquiera el derecho a llegar viva a su casa después de trabajar.
Este crimen —maquillado en boletines oficiales— es uno más que se suma al saldo mortal del miedo, del control narco y del desgobierno que han convertido a amplias zonas de Veracruz en corredores de impunidad.
LA GOBERNADORA Y SU AUSENCIA: ¿QUIÉN MANDA EN VERACRUZ?
Mientras Rocío Nahle promueve su imagen con tintes triunfalistas y discursos reciclados, la entidad que gobierna se desangra. Y no es una metáfora: es sangre real, de ciudadanos reales, derramada en hospitales, carreteras y hogares.

Se exige respeto a su investidura, pero la investidura también exige responsabilidad y resultados. La gobernadora debe responder por la negligencia sistemática que hoy permite ejecuciones dentro de instalaciones de salud y el secuestro de maestras en municipios controlados por el narco.
No basta con conferencias vacías ni con apariciones públicas cuidadosamente controladas. Veracruz no necesita una figura decorativa al frente del Gobierno, sino una mandataria capaz de enfrentar y erradicar la barbarie que hoy se ha normalizado.
Veracruz ya no tiene zonas de paz. Tiene zonas de silencio.
Porque en este estado, callar es sobrevivir.
Y cuando un hospital se convierte en una trinchera, no queda duda de que el crimen ya tomó el control.
La pregunta es:
¿El gobierno de Rocío Nahle se va a atrever, al fin, a enfrentarlo? O seguirá mirando hacia otro lado mientras su pueblo muere con miedo.
Redacción Reportaje Veracruzano