En Poza Rica, Veracruz, la Comandancia de la Policía Municipal se ha convertido en el epicentro de una serie de escándalos que, según fuentes internas, expone una red de abuso de poder, intimidación y atropellos sistemáticos hacia los elementos policiacos. Bajo el liderazgo del Comandante Cedro, el Comandante Plomo y el Comandante Monky, se denuncia que las condiciones laborales han alcanzado niveles insostenibles, donde el abuso no tiene límites.
Abuso de poder contra mujeres embarazadas
Una de las prácticas más condenables dentro de esta comandancia es el trato hacia las mujeres policías embarazadas. Fuentes internas afirman que estas oficiales son obligadas a trabajar más allá de lo que sus condiciones les permiten, sin importar su estado de salud. Si no acatan las órdenes de los comandantes, se les niegan permisos, descansos y francos. Esta brutal presión, según los testimonios, es acompañada de amenazas constantes de ser encerradas en el calabozo si no obedecen.
El escándalo de la camioneta de distintivo Tiburón y distintivo Tokio
Recientemente, un nuevo caso ha salido a la luz, agravando aún más la crisis dentro de la Policía Municipal. Se trata de los oficiales con distintivo Tiburón y distintivo Tokio, quienes, siendo pareja, decidieron adquirir una camioneta nueva a crédito. Sin embargo, según varios elementos de la corporación, los Comandantes Cedro y Monky argumentaron sin pruebas que el vehículo tenía reporte de robo, a pesar de que el mismo estaba siendo pagado de manera legítima.
Como resultado, los oficiales fueron detenidos apartados y confinados mientras que la camioneta fue confiscada. En lo que parece ser un claro abuso de poder, ambos policías temen no solo por la pérdida de su vehículo, sino por su propia integridad física. Según ellos, los comandantes Cedro y Monqui podrían sembrarles drogas o armas, una práctica comúnmente usada por estos personajes cuando algo no va según sus planes, como apuntan algunos elementos.
Una comandancia en crisis
Lo que ocurre dentro de la Comandancia de Poza Rica no es solo un reflejo de la falta de ética, sino de un sistema corrompido en su núcleo. Las denuncias sobre abuso de autoridad, maltrato a mujeres embarazadas y siembra de pruebas no son aisladas; son indicios de un patrón de comportamiento criminal orquestado por quienes deberían proteger y servir a la comunidad.
¿Qué papel juegan las autoridades superiores ante estas graves denuncias? ¿Se investigará a fondo este escándalo o se barrerá bajo la alfombra como ha ocurrido con otros casos en Veracruz? La ciudadanía merece respuestas, pero sobre todo, los elementos honestos dentro de la policía merecen justicia.
Columna de Opinión: El cáncer del abuso en la Policía Municipal de Poza Rica
Por: Marco Antonio Palmero Alpirez
Lo que está ocurriendo en la Comandancia de la Policía Municipal de Poza Rica no es más que la manifestación de un cáncer que ha carcomido las estructuras de seguridad en Veracruz durante demasiado tiempo: el abuso de poder. Cedro, Plomo y Monky son los nombres que hoy salen a la luz, pero la historia se repite una y otra vez, con distintos actores y las mismas víctimas: los elementos que, día tras día, arriesgan sus vidas para proteger a la comunidad, solo para ser traicionados por sus propios superiores.
La situación de los oficiales Tiburón y Tokio es una ventana a lo que muchos ya sospechábamos: la comandancia de Poza Rica es una olla de presión a punto de estallar. ¿Cómo es posible que, en pleno 2024, se siga permitiendo que mujeres embarazadas sean tratadas como si fueran mercancía de segunda? ¿Cómo es posible que comandantes usen la amenaza de siembra de pruebas como una herramienta cotidiana para doblegar a sus subordinados?
Esta cacería de brujas no es más que una estrategia desesperada para mantener el control a través del miedo, pero es insostenible. La justicia debe prevalecer, y los responsables de estos abusos deben ser investigados y procesados. Si la sociedad permite que estos comandantes sigan operando con impunidad, no solo estamos fallando a los oficiales que sufren bajo su mando, sino a toda la comunidad de Poza Rica.
No es momento de mirar hacia otro lado. Es hora de actuar, de exigir transparencia y rendición de cuentas. Porque, al final del día, lo que está en juego no es solo el bienestar de unos cuantos policías, sino la integridad misma de nuestras instituciones de seguridad.
Reportaje Veracruzano
Compartir esta nota