Un Paso Controvertido Hacia el Control Militar de la Seguridad Nacional
En una movida que muchos ven como un giro decisivo hacia la militarización de la seguridad pública, la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, anunció que la Guardia Nacional (GN), creada inicialmente con la promesa de ser un cuerpo civil, pasará a estar bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a partir del 1 de octubre. Esta decisión, aunque esperada por algunos, representa un hito significativo en la política de seguridad del país y marca un punto de inflexión en la administración de Sheinbaum.
Durante la inauguración del cuartel de la Guardia en Xoxocotlán, Oaxaca, Sheinbaum explicó: “Nos corresponde a partir del primero de octubre seguir fortaleciendo y consolidar a la Guardia Nacional como parte de la Secretaría de la Defensa Nacional con la reforma constitucional que está en puerta en el Congreso de la Unión”. Estas palabras no solo indican un cambio administrativo, sino que subrayan una visión de seguridad nacional que prioriza el control militar sobre el civil.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido un ferviente defensor de una dirección militar para la GN, celebró el anuncio con entusiasmo: “Ya se pueden imaginar el gusto que me dio escuchar hace un momento que la presidenta de México, la presidenta electa de México, pronto presidenta constitucional y Comandante Suprema de las Fuerzas Armadas, haya dado a conocer que la Guardia Nacional va, como debe de ser, a formar parte de la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional, muy buena noticia”.
Sin embargo, la historia de la GN y su transición al control militar no ha sido un camino fácil ni libre de controversias. Creada en 2019 con un mando civil, la GN rápidamente se vio en el centro de un debate constitucional. López Obrador intentó sin éxito asegurar el control militar a través de una reforma constitucional, chocando con la falta de votos necesarios en el Congreso y enfrentando la decisión de la Suprema Corte que, en abril de 2023, anuló el traspaso al mando militar y ordenó que la GN volviera al mando civil antes del primer día de 2024.
A pesar de la orden de la Corte, la realidad ha sido otra. La GN ha permanecido bajo control militar, con un lenguaje cuidadosamente medido para simular el cumplimiento de la orden judicial. En febrero, López Obrador presentó un paquete de reformas constitucionales al Congreso, buscando trasladar la GN a la Sedena, pero estas reformas no prosperaron debido a la falta de una mayoría absoluta.
Con la llegada de Sheinbaum y una amplia mayoría de Morena en el Congreso a partir de septiembre, el panorama político se ha vuelto más favorable para este cambio. La próxima presidenta aseguró que la GN tendrá un mando militar, y la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Isela Rodríguez, destacó la oportunidad histórica de consolidar este plan.
Es necesario reflexionar sobre las implicaciones de este movimiento. ¿Es esta la dirección correcta para la seguridad nacional? ¿Qué significa para los derechos civiles y la supervisión democrática de las fuerzas de seguridad? Este cambio, sin duda, plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la seguridad pública en México y el equilibrio entre control militar y civil en una democracia moderna.
La historia de la Guardia Nacional es una que seguirá evolucionando, y con ella, la discusión sobre el papel del ejército en la vida pública mexicana. En este momento histórico, es vital mantener un diálogo abierto y crítico sobre estas decisiones y sus impactos a largo plazo.
Redacción Reportaje Veracruzano
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