#PozaRica, #Veracruz.- En un acto que resuena como un grito de desesperación y desafío, el personal del Poder Judicial de Poza Rica se ha sumado al paro nacional que sacude los cimientos del sistema judicial en México. Esta medida extrema es una respuesta directa a la controvertida reforma judicial impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido, MORENA, una reforma que no sólo amenaza con destruir la independencia judicial, sino que también busca someter a la justicia al capricho de la política.
Desde las primeras horas del 21 de agosto, jueces, magistrados y trabajadores del Poder Judicial de la Federación cerraron las puertas de los juzgados 11 y 13 en esta ciudad petrolera, sellando el acceso con cadenas y candados, en un claro mensaje de rechazo al autoritarismo disfrazado de “reforma”. La lona que colocaron, proclamando “Paro nacional, no hubo diálogo, carrera judicial ¡Sí!”, no deja lugar a dudas: la paciencia del Poder Judicial ha llegado a su límite.
Pero este paro no es un simple acto de protesta. Es una clara señal de que el gobierno ha cruzado una línea roja al intentar politizar la justicia. La propuesta de que los jueces, incluidos los de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sean elegidos por voto popular, es un ataque frontal a la integridad del sistema judicial. ¿Cómo puede alguien en su sano juicio sugerir que la justicia, que debe ser imparcial y basada en el derecho, sea objeto de las mismas maniobras electorales que han corrompido a tantos otros sectores en México?
Este paro, iniciado en diversos puntos del país desde el 19 de agosto, no es solo un símbolo de resistencia. Es un último intento desesperado por salvar lo poco que queda de un sistema judicial que, aunque imperfecto, se encuentra ahora al borde del colapso. La Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito ha dado un paso sin precedentes al unirse a esta huelga, mostrando la gravedad de la situación.
La reforma propuesta es un claro retroceso, un intento de devolver a México a tiempos oscuros en los que la justicia no era más que una extensión del poder político. Al pretender que los jueces sean elegidos por voto popular, el gobierno no solo amenaza con politizar la justicia, sino que también abre la puerta a la manipulación y al populismo, erosionando la confianza en una institución que debería ser la columna vertebral de la democracia.
¿Es esta la visión de justicia que quiere imponer el presidente López Obrador? ¿Una justicia que responda a los intereses del partido en el poder, en lugar de defender los derechos de los ciudadanos? Este paro es un grito de alerta, un llamado a la sociedad para que no permita que el Poder Judicial sea convertido en un simple peón en el tablero político.
El paro nacional del Poder Judicial no es solo una protesta, es un acto de resistencia contra la politización de la justicia y un último bastión en defensa de la imparcialidad y la integridad del sistema judicial mexicano. El país está al borde de un abismo, y la pregunta que queda es: ¿permitiremos que el gobierno de AMLO nos empuje hacia él?
Redacción Reportaje Veracruzano
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