La impunidad y el poder oscuro de la delincuencia al amparo de funcionarios públicos revela la verdadera cara de la “Siempre Bella” Tamiahua.
Xalapa, Ver.- La reciente detención del comandante de la Policía Municipal de Tamiahua José Antonio “N”, conocido como “El Sardo”, ha desatado una tormenta que amenaza con exponer las raíces profundas de la corrupción y el crimen organizado en Tamiahua, Veracruz. Mientras las autoridades guardan un perturbador silencio, las sombras que se ciernen sobre este municipio no pueden ya ser ignoradas.
Ayer viernes, la aprehensión de “El Sardo” fue manejada con un hermetismo que sólo avivó las sospechas sobre la naturaleza de sus actividades y las conexiones que lo mantenían intocable. Fuentes internas señalan que al comandante, un hombre que alguna vez fue parte de la Fuerza Civil, presuntamente le decomisaron drogas, armas y dinero en efectivo. Pero lo más escalofriante fue el hallazgo de un predio donde, presuntamente, cuerpos enterrados exponen la dimensión macabra de sus acciones o conexiones con la delincuencia organizada.
Esta captura no es un evento aislado. Apenas unas semanas antes, cuatro policías corruptos, despedidos de Tuxpan, llegaron a Tamiahua por órdenes de Armando Melo Lira, un individuo que se ha ganado la reputación de ser la mano negra detrás de la corrupción policial. Entre los detenidos figura José Antonio Aguilar Castro, amigo íntimo de Melo Lira, cuyas órdenes han convertido a los cuerpos de seguridad en simples peones de sus negocios ilícitos, incluyendo el robo de ganado.
La realidad en Tamiahua se vuelve aún más siniestra al considerar la estrecha relación entre “El Sardo” y la alcaldesa Linda Guadalupe Rodríguez Torres, quien lo tenía como escolta personal. Bajo su manto protector, el comandante dejaba operar a las bandas del crimen organizado, exponiendo la colusión directa entre la delincuencia y la administración municipal.
El arribo de fuerzas federales y estatales —Sedena, Semar y Policía Estatal— al municipio no puede ser visto como un simple acto de contención. Es un grito desesperado de un gobierno que ha permitido que el cáncer de la corrupción se propague hasta lo más profundo de sus instituciones. La respuesta de la Secretaría de Seguridad Pública y de las autoridades estatales no puede ser otra que la acción contundente, pues la población de Tamiahua merece algo más que playas adornadas y promesas vacías.
La gobernadora electa, Rocío Nahle García, está obligada a tomar cartas en el asunto. Este episodio no debe quedar como un simple expediente en un archivo polvoriento. La ciudadanía exige justicia y el fin de la impunidad. La “Siempre Bella” Tamiahua merece ser rescatada de las garras de aquellos que han traicionado la confianza pública y han vendido la seguridad de su gente por un puñado de dinero sucio.
Las autoridades tienen una única opción: aplicar TODO EL PESO DE LA LEY sobre Armando Melo Lira, Ernesto Lara Ramos, y cualquier otro responsable, antes de que Tamiahua se hunda en una noche interminable de criminalidad y desesperanza.
Redacción Reportaje Veracruzano