Finalmente, los Diablos Rojos del México lograron el título, que se advertía podían obtener conforme a la magnitud y dimensión de su roster con el que desahogaron la Agenda Ordinaria, los Playoffs y obviamente las series finales de la División Sur y la Copa del Rey, es decir, la serie final por el campeonato de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), el máximo circuito beisbolero profesional mexicano jugándose en primavera-verano.
Los pingos Escarlata hicieron válido el pronóstico que se advirtió al iniciar la campaña 2024, toda vez que conformaron un conjunto muy sólido con la presencia en el roster de peloteros de alto nivel que garantizaron la cobertura más adecuada en cada una de las posiciones; a la defensiva con un sólido y estable pitcheo, y con un muy poderoso esquema ofensivo, destacando obviamente, Trevor Bauer, el aún ligamayorista, lanzador estelar en la rotación de abridores, quien a sus 33 años de edad, joven aún, busca volver a ocupar un espacio en la Gran Carpa, de la que fue separado no hace mucho, por razones más extradeportivas que de rendimiento, pero que han sido superadas.
Y una gran estrella en la persona de Robinson Canó, destacado infielder dominicano, que ha pasado por los más importantes equipos de las grandes ligas, pero que a sus 41 años ya se torna difícil su regreso a las ligas mayores, aunque su capacidad de desempeño ofensivo y defensivo, lo tienen siendo parte de aquellos que rompen la liga o cualquier liga profesional beisbolera.
Con tremendo trabuco, los escarlatas pasaron la mayor parte del calendario ordinario liderando prácticamente todo el tiempo la zona sur, con una ventaja muy amplia por encima de sus perseguidores que nunca pudieron arrebatarle el liderato, y dando cuenta de cada uno de los adversarios que enfrentaron hasta llegar a la Gran Final.
Ya en esta última instancia les tocó medirse a los Sultanes de Monterrey, conjunto que tuvo un desempeño bueno durante el desahogo de la gesta ordinaria de la temporada, y que en playoffs dejó en el camino a conjuntos sólidos como Toros de Tijuana y los Tecolotes de los Dos Laredos, llegando a la citada serie del rey, y sufriendo una dolorosa barrida propinada por los Diablos, que llegaron así a su campeonato número 17, para de paso, romper una racha que ellos mismos habían impuesto hace 10 años de despachar a su rival en cuatro juegos.
Así, los pupilos de Lorenzo Bundy, hicieron válido todo augurio, quemaron la liga en etapa regular, llegaron sólidos a la final y pese a polémicas se vieron muy poderosos en las dos series finales, la de la zona y la llamada serie del rey, y son merecidamente los campeones.
Queda atrás una campaña competida en la zona norte, lucida más que por la competencia, por el gran desempeño de los diablos. Ojalá se mantengan en esa tesitura de buscar repetir el título el próximo año, con ese buen esquema, con ese buen encuadre global, que siga ganando espectáculo. Los que no ganaron pero compitieron fuertemente, pues tengan el atractivo de buscar cómo consolidarse con un mejor roster y hacer aún más sólida la competencia en el próximo año de una liga que no es fácil por lo largo de su duración y por lo no favorable de los climas, las distancias entre las plazas, y que deberá de buscarse algo para mejorar en lo atractivo a los aficionados, y que los que tuvieron un desarrollo de campaña malo o pésimo, como el caso de Charros, busquen la manera de encontrar fórmulas para salir de esa mediocridad y ser parte de una esfera de competitividad.
Así las cosas termina pues la campaña en el béisbol de verano mexicano, con los Diablos celebrando merecidamente su campeonato número 17.
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