▲ Fotograma de la película Culpa y deseo, de la realizadora francesa Catherine Breillat.
P
ocos cinéfilos habrán olvidado la perturbadora cinta Reina de corazones ( Dronningen, 2019), de la realizadora danesa May El-Toukhy, presentada en la Muestra hace cinco años. En ella, Anne (Trine Dyrholm), una abogada de cuarenta años, defensora de derechos femeninos, en particular en casos de abuso sexual, sostenía una relación amorosa y sexual con Gustav, su hijastro adolescente, haciéndole creer a su marido, una vez expuesto su abuso, que lejos de haber sido ella la depredadora sexual, finalmente debía ser el chico el autor de una calumnia y, en definitiva, un vil chantajista. El relato de esa inocencia lastimada era áspero, inclemente, sin reserva alguna, además, en la ilustración muy explícita de las incontinencias carnales.
Algo distinto sucede ahora en Culpa y deseo ( L’été dernier, 2023), adaptación directa de aquella cinta, realizada ahora por la antes sulfurosa directora francesa Catherine Breillat ( Anatomía del infierno, 2004).
Aunque la trama sigue siendo la misma, mucho ha cambiado el tono dramático y el propósito de la directora, inclinado a mostrar más una historia de romance contrariado por la diferencia de edades, que la noción de un abuso presidido en todo momento por el espíritu calculador de Ana, un personaje complejo interpretado aquí, de modo muy contenido y sin exceso de malicia, por la actriz francesa Léa Drucker. Lo realmente disruptor en la cinta danesa no era tanto una idea de doble tabú (incesto y ultraje sexual familiar), relativizada por la ausencia de lazos consanguíneos directos, sino que ese mismo abuso carnal fuera responsabilidad principal de una mujer defensora en los juzgados de los derechos sexuales de las personas menores –una doble moral escandalosa que la cinta fustigaba sin rodeos. Ese asunto se vuelve en Culpa y deseo algo relativamente secundario.
Importa más en esta cinta la deriva melodramática de una mujer frustrada por la pusilanimidad y conducta rutinaria de su marido Pierre (Olivier Rabourdin), y seducida por la lozanía, espíritu rebelde y atractivo sexual de su hijastro Théo (Samuel Kircher). Un personaje tan importante como el de Mina (Clotilde Courau), hermana de Anne, testigo de su ilícito y pieza clave en la trama, se vuelve incomprensiblemente anodino. Más aún, la directora de Romance (1999), una película polémica, interpretada por la estrella porno Rocco Siffredi, se muestra aquí particularmente pudorosa, aunque muy en sintonía con su manera inesperada de darle un giro romántico a este relato. Recordando su pasado trabajo de hace diez años, Una relación perversa ( Abus de faiblesse, 2013), filosa cinta autobiográfica interpretada por Isabelle Huppert, cabía esperar que una actriz de esa misma talla, y con un grado parecido de malignidad, levantara el tono dramático de este nuevo abuso de debilidad. No es el caso.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional Xoco a las 15:30 y 21 horas.
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