Pablo Espinosa
Periódico La Jornada
Jueves 19 de octubre de 2023, p. 7
Compositora, directora de orquesta, militante comunista, Carla Bley falleció ayer a los 89 años luego de librar durante una ardua batalla contra el cáncer en el cerebro que le fue diagnosticado en 2018. En cada una de las especialidades en las que hizo historia, fue una artista calificada por los expertos como genial. Fundó y dirigió la Liberation Music Orchestra, célebre por su versión de El pueblo unido, jamás será vencido y sus divertidas sesiones de tango. Su último disco fue recibido como una obra sublime
, y la tituló en español: Andando el tiempo.
El Disquero de La Jornada documentó en sus momentos respectivos, los discos de Carla Bley, de los cuales el póstumo es una sesión de meditación: ella, sentada frente al piano, dialoga con la música de Felix Mendelssohn, Claude Debussy, Erik Satie y los mejores músicos del Caribe y las melodías mexicanas que ella escuchó desde siempre y todo eso se asoma en ese disco fascinante.
Lovella May Borg nació el 11 de mayo de 1936 en Oakland, California. A los 17 años conoció a uno de los más grandes genios de la música que antes se llamaba jazz y que él convirtió en un ente inclasificable: Paul Bley (1932-2016). Hicieron juntos música itinerante. Ella cambió su nombre a Karen Borg, luego a Carla Borg y cuando se casó con Paul Bley adoptó el apellido; él la impulsó a ser compositora. Aún después de su divorcio, ella conservó el apellido y el amor.
Carla Bley se asoció siempre con genios como ella. Con el bajista Charlie Haden (1937-2014) enarboló la causa comunista con la Liberation Music Orchestra, que ella dirigió. Una orquesta de hombres dirigida por una mujer de cabellera de leona, siempre seria, siempre sonriente, siempre frágil, siempre fuerte, siempre mujer.
Uno de sus discos más divertidos, cerebrales, irónicos, plenos de hallazgos y sorpresas, se titula Social Studies, con ella al frente de su banda, un trabuco con los mejores instrumentistas de su época, en especial de alientistas.
La segunda pieza de ese disco, Reactionary Tango, uno la baila riendo a carcajadas, porque está llena de ritmo, tango y muchas bromas musicales.
En vivo, Carla Bley se veía obligada a dirigirse al público antes de ejecutar su Reactionary Tango (título irónico, porque es una pieza revolucionaria, de ideología de izquierda). Pedía al público: Esta es una obra en tres partes, por favor no aplaudan entre las pausas, sólo hagan de cuenta que están en una sala de música de concierto; pueden carraspear o toser, pero no aplaudan. Es algo serio
y ella no podía evitar sonreír cuando decía esto. Lo cierto es que, como sucede en las salas de concierto de música clásica, el público aplaude a destiempo siempre.
▲ La pianista luchó contra un cáncer en el cerebro que le fue diagnosticado en 2018. En las imágenes, portada del disco Andando el tiempo y placas incluidas en el librillo.Foto Caterina di Perri
Andando el tiempo
Su disco titulado Andando el tiempo (La Jornada/2/7/16), ahora póstumo, también es tripartita. Las tres partes de esa obra son, en español: Sin fin, Potación de guayaba y Camino al volver. No hay en ellas riffs, solos, ninguno de los lugares comunes de lo que llaman jazz. Es más, no hay síncopa. Hay en cambio solsticios, volcanes, tundra, estepa, selva. Caribe. Música muy fina.
En el primer movimiento, Andy Sheppard enarbola el sax tenor, mientras Carla Bley, a quien sus devotos llamamos cariñosamente La flaca sublime, descrucifica las teclas del piano, mientras su pareja amorosa, Steve Swallow, hace nacer una golondrina (swallow, je) de su instrumento y en su vuelo se entreteje un paraíso. En el segundo movimiento, Sheppard pastorea (je, de Shepperd) a placer con sax soprano para que el tercero emerja como un embrujo, una ensoñación.
Como en toda la música de Carla Bley, hay una precisión matemática con tan sólo dos o a veces tres, a veces solamente una nota. Magia.
Siempre dirigiendo desde el piano, de manera similar a como dirige su gran banda, de manera idéntica a como un director de orquesta y al mismo tiempo solista al piano dirige a la orquesta a un lado del podio, La flaca sublime escancia Saints Alive, la siguiente composición y después Naked Bridges / Diving Brides, en las que la maestra hace una cita: la Marcha Nupcial de Mendelssohn, con un dejo lindo de ironía y todo a partir de un poema de Paul Haines.
Ha muerto una compositora a la altura de los gigantes de toda la historia de la música, una autora de música calificada como cerebral pero que, efectivamente, nace en el cerebro, se anida en el alma y suena desde el corazón.
Hasta siempre, amada Flaca sublime.
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