Hipocresía energética: indígenas del sur de Veracruz frenan gasoducto de Nahle y la 4T con amparo histórico

Por Redacción Reportaje Veracruzano – Investigación especial
Veracruz, México.— La Cuarta Transformación se desmorona bajo el peso de sus contradicciones. El discurso de soberanía energética que enarbola el gobierno federal, y que en Veracruz repite con vehemencia la gobernadora Rocío Nahle, ha chocado de frente contra la realidad de los pueblos originarios que, cansados del engaño, decidieron levantar la voz… y el puño legal.
Pescadores, comerciantes y comunidades indígenas nahuas de los municipios de Mecayapan, Tatahuicapan y Pajapan presentaron un amparo en contra del gasoducto submarino «Puerta al Sureste», un megaproyecto industrial de 715 kilómetros que conecta Texas con Coatzacoalcos, pasando por Tuxpan. El proyecto, defendido con fervor por Nahle García y promovido como una “puerta al desarrollo”, es visto por los pueblos como una puerta al infierno ecológico.
Una inversión tóxica
Avalado por el gobierno de la 4T y construido por la empresa extranjera TC Energy con una inversión de 3 mil 900 millones de dólares, este gasoducto es símbolo de todo lo que el lopezobradorismo juró combatir: dependencia energética extranjera, despojo territorial, simulación de consultas indígenas y un modelo neoliberal envuelto en ropaje progresista.
¿Soberanía energética? Falso. El gas proviene de Texas.
¿Desarrollo para el pueblo? Mentira. Pueblos enteros denuncian muerte de especies marinas, desplazamiento y destrucción del entorno.
¿Consulta indígena? Farsa. Las asambleas fueron controladas, manipuladas o simplemente ignoradas.
Muerte bajo el mar
Según denuncias recogidas por el Colectivo Altepee, el Centro de Derechos Humanos de los Pueblos del Sur de Veracruz, y respaldadas por Greenpeace México, las primeras pruebas del ducto provocaron mortandad masiva de peces, tortugas y aves. El mar, que da vida a los pueblos de la sierra de Santa Marta, comenzó a mostrar signos de envenenamiento.
“La mayoría de las comunidades no estamos conformes”, dijeron los manifestantes en una marcha desde San Juan Volador hasta Playa Linda. La indignación es palpable. La lucha no es contra el desarrollo, sino contra el despojo maquillado de progreso.
El amparo, un golpe al corazón del proyecto
Mientras Rocío Nahle presume el Polo de Desarrollo para el Bienestar (PODEBIS) en Tuxpan —anunciado con bombo y platillo el 26 de junio junto a Claudia Sheinbaum—, los pueblos del sur recurren a la vía legal para frenar un proyecto que nunca pidieron ni avalaron.
El contraste es brutal: mientras en Oaxaca la represión a comunidades zapotecas ha sido brutal por oponerse al Corredor Interoceánico, en Veracruz el movimiento toma forma de resistencia jurídica. Pero el desprecio es el mismo: la voz indígena sigue siendo ignorada en un régimen que presume inclusión mientras repite las fórmulas del viejo PRI y el neoliberalismo tecnócrata.
La 4T, atrapada en su propio gas
Lo más demoledor es la admisión implícita de que México no tiene independencia energética. La infraestructura inaugurada por Peña Nieto y legitimada por López Obrador y Nahle se construye para comprar más gas a empresas texanas, incluso a costa del ecosistema y la cultura de los pueblos originarios.
La trampa está al descubierto: la Cuarta Transformación terminó siendo una Cuarta Simulación.
Y si algo ha demostrado la historia de este país, es que cuando los pueblos originarios despiertan y se organizan, tiemblan los cimientos del poder.
En próximos días, el poder judicial decidirá si concede la suspensión del gasoducto. Pero pase lo que pase, este amparo ya es un parteaguas. Las comunidades del sur de Veracruz no solo han desafiado a una empresa trasnacional y a un gobierno estatal sumiso, sino que han puesto en evidencia la verdadera naturaleza de los megaproyectos de la 4T: extractivismo disfrazado de bienestar.
¿Quién está realmente dispuesto a defender la tierra? ¿Los que la habitan o los que la venden?