Las Choapas, Ver. – La violencia sin control se ceba nuevamente en Veracruz. En un hecho escalofriante, los cuerpos de Julissa Olán González y Santiago Almeida Trinidad fueron hallados sin vida, con los ojos vendados y un tiro de gracia, después de haber sido secuestrados días antes en el municipio de Las Choapas.
La escena del crimen, en la carretera que conduce a El Paralelo, muy cerca de la batería Los Soldados en el municipio de Agua Dulce, fue digna de una película de terror. Los cuerpos de la pareja fueron encontrados boca abajo, con evidentes signos de tortura y el fatídico tiro de gracia, indicando una ejecución fría y calculada. La sangre fresca en el lugar del hallazgo sugiere que el asesinato ocurrió poco antes de que las autoridades llegaran, estimando una hora de cometido el crimen.
Julissa y Santiago fueron arrancados de su humilde hogar en la colonia Batería 3 el pasado domingo. Sujetos desconocidos los sacaron a la fuerza y los subieron a una camioneta, desapareciendo con ellos hacia un destino desconocido. Poco después, surgieron demandas de rescate: los secuestradores exigían la exorbitante suma de 120 mil pesos en efectivo, dando a la familia solo un día para reunir el dinero. Incapaces de cumplir con esta demanda en el tiempo estipulado, Julissa y Santiago pagaron con sus vidas.
Desde la desaparición de la pareja, las autoridades Federales, Estatales y Municipales montaron numerosos operativos en las calles de la ciudad, así como en hoteles y moteles, pero todos sus esfuerzos resultaron infructuosos. La comunidad de Las Choapas vive ahora en un estado de constante miedo y desconfianza, con la sombra de la delincuencia organizada acechando a cualquier hora del día.
Pese a la magnitud del crimen, las autoridades han preferido guardar silencio respecto a lo sucedido. La falta de declaraciones oficiales no hace más que alimentar la incertidumbre y el temor entre los habitantes, que claman por justicia y seguridad. Este brutal asesinato subraya, una vez más, la cruda realidad de la violencia que azota a Veracruz, dejando a su paso una estela de dolor y desolación.
La ejecución de Julissa y Santiago es un recordatorio aterrador de que nadie está a salvo mientras la delincuencia organizada siga operando con total impunidad. La comunidad exige respuestas y acciones contundentes para poner fin a esta ola de violencia que no da tregua. ¿Cuántas vidas más se perderán antes de que las autoridades tomen medidas decisivas para proteger a los ciudadanos?
Redacción Reportaje Veracruzano
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