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¿El Tajín, herencia de una civilización perdida? La enigmática conexión de los totonacas con Atlanticú

El Tajín, una de las joyas arqueológicas más enigmáticas de México, podría guardar un secreto que trasciende la historia conocida. Entre sus pirámides y relieves se oculta una tradición oral que sugiere que sus constructores no fueron únicamente los totonacas, sino los descendientes de un pueblo desaparecido, proveniente de una isla en el Atlántico.

El arqueólogo y antropólogo Roberto Ramírez Rodríguez, de la Universidad Veracruzana, recoge en su libro Atlanticú: el origen de El Tajín los relatos de los ancianos totonacas, quienes aseguran que sus ancestros llegaron desde una tierra ahora sumergida bajo el mar. Este territorio, llamado Atlanticú, habría sido destruido en una sola noche debido a la impiedad y la traición de sus habitantes a las leyes divinas.

¿Un eco de la Atlántida en Mesoamérica?

La historia de Atlanticú resuena inquietantemente con el relato de la Atlántida, descrito por Platón en el siglo IV a.C. En su diálogo Critias, el filósofo griego narra cómo una civilización avanzada fue destruida por un cataclismo. Los relatos totonacas parecen compartir este mismo destino trágico, lo que plantea una pregunta inquietante: ¿es posible que los mitos mesoamericanos y griegos hablen de un mismo evento?

La historia cobra aún más fuerza con las crónicas de Bernardino de Sahagún, fraile franciscano del siglo XVI, quien describió a los totonacas como un pueblo de piel blanca, rostros bellos y cabezas achatadas, una característica extraña en la América prehispánica. ¿Se trataba de los descendientes directos de aquellos habitantes de Atlanticú?

El Tajín: una arquitectura codificada en las estrellas

La Pirámide de los Nichos, una de las estructuras más emblemáticas de El Tajín, parece contener pistas sobre la cosmovisión avanzada de sus constructores. Sus 365 nichos no solo coinciden con los días del año solar, sino que también establecen relaciones numéricas con el calendario Xiuhmolpilli, de 52 años, compartido por los totonacas y aztecas.

Ramírez Rodríguez señala que esta relación no es casualidad, sino parte de un conocimiento astronómico codificado en la arquitectura del sitio. La repetición de patrones matemáticos en otras pirámides mesoamericanas, como Chichén Itzá y Tenayuca, refuerza la idea de que estos pueblos poseían un sistema de medición del tiempo sumamente preciso.

¿Mito o memoria histórica?

Para la arqueología tradicional, las leyendas sobre Atlanticú son solo mitos sin respaldo científico. Sin embargo, la persistencia de esta memoria en los pueblos totonacas y las conexiones simbólicas con otras civilizaciones desafían la versión oficial.

Mientras el Tajín siga en pie, su misterio permanecerá intacto. Quizás, más que un simple sitio arqueológico, El Tajín es el último vestigio de una civilización perdida cuya historia aún no se ha contado por completo, cómo a referido el coronel James Churchward, el arqueólogo William Niven, así como también el explorador Augustus Le Plongeon, quienes hablan de un continente perdido en sus obras.

Marco Antonio Palmero Alpirez
Reportaje Veracruzano

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