Adanely Rodríguez arranca campaña entre abusos, acarreo y complicidad institucional: Poza Rica vive una elección manchada desde el primer día

Poza Rica, Veracruz. — Con vehículos oficiales, empleados municipales y recursos públicos como escenografía de campaña, la candidata de Morena, Adanely Rodríguez, arrancó su carrera por la alcaldía en un ambiente que poco tiene de democrático y mucho de simulación institucional. Lo que debió ser una contienda limpia empezó con el pie enlodado: la maquinaria del ayuntamiento operó abiertamente a favor de la exdirectora de Comunicación Social, quien se promueve como la opción del “cambio”, mientras actúa con los mismos vicios del pasado que tanto critica.
La evidencia es clara y está al alcance de todos: uso de combustible del erario, personal del municipio asignado a tareas de proselitismo, acarreo de simpatizantes obligados —particularmente del sindicato petrolero y empleados del gobierno local—, y una logística digna de campaña presidencial, no de una aspirante a presidenta municipal. Todo financiado con dinero de los pozarricenses.

Peor aún, mientras estas violaciones a la ley se consuman ante la vista de todos, el OPLE y el INE permanecen en silencio, tolerantes, permisivos, pasivos… o cómplices. Porque en contraste, al opositor de Movimiento Ciudadano se le fiscaliza cada paso. Si su equipo reparte volantes impresos en papel bond o si porta un banderín casero, ahí sí el árbitro electoral aparece con lupa en mano, buscando inconsistencias como si de un enemigo se tratara.
¿Dónde queda la equidad? ¿Qué clase de democracia permite que una candidata juegue con cartas marcadas desde el arranque? La respuesta es inquietante, pero conocida: el aparato oficial se ha convertido en un instrumento electoral.

Y aún hay más. Circulan en redes testimonios y capturas que exhiben la coerción ejercida sobre trabajadores, obligados a asistir al evento de Adanely Rodríguez bajo amenaza velada de represalias laborales. Esto no solo es ilegal: es profundamente inmoral. La supuesta candidata del pueblo ni siquiera puede llenar un parque sin forzar asistencia.
Pero lo más escandaloso es el entramado familiar que salta a la vista: miembros del OPLE local, vinculados directamente con la candidata, y su propio tío compitiendo por el PRI, en una jugada que huele más a simulación que a competencia. Un “opositor” que jamás la critica, que jamás la confronta, que más bien parece protegerla desde la sombra.
Con este panorama, Poza Rica no tiene una elección: tiene una farsa en desarrollo.

La única esperanza radica en que la ciudadanía reaccione. Que el próximo 1 de junio, los votantes respondan no con apatía, sino con dignidad. Porque si los pozarricenses no despiertan ahora, la corrupción, el nepotismo y la impunidad terminarán secuestrando hasta el último vestigio de democracia que queda en este municipio.
Redacción Reportaje Veracruzano