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Fingió su propio secuestro para ganar atención política: el candidato del PT en Las Vigas hunde aún más la credibilidad electoral

Una farsa digna de escándalo nacional sacude a Veracruz: el aspirante petista José “N” usó una falsa privación de libertad para extorsionar a su propia familia.

LAS VIGAS DE RAMÍREZ, VER.- En un acto que rebasa el cinismo y roza lo criminal, José “N”, candidato a la alcaldía de Las Vigas de Ramírez por el Partido del Trabajo (PT), fingió su secuestro y exigió una suma de dinero a cambio de su “liberación”. Un montaje grotesco que no solo pisotea la ética política, sino que ofende la memoria de las verdaderas víctimas de un delito que azota con crudeza al estado de Veracruz.

Según informes oficiales de la Fiscalía General del Estado, el también comerciante y aspirante político fue reportado como desaparecido luego de que su familia dejara de tener contacto con él tras dirigirse a la comunidad de El Manzanillo. Poco después, comenzaron a recibir llamadas telefónicas en las que el propio José “N” afirmaba estar secuestrado y rogaba por un rescate económico.

El caso movilizó a fuerzas policiacas, generó pánico entre los simpatizantes y distrajo recursos institucionales que pudieron haberse destinado a casos reales. Pero tras una investigación meticulosa, el teatro se vino abajo: todo fue una simulación orquestada por el propio candidato.

El sujeto fue localizado sano y salvo, sin rastro alguno de violencia o señal de privación de la libertad. Hoy enfrenta requerimientos de la Fiscalía Especializada en Combate al Secuestro, donde tendrá que explicar —si es que puede— cómo justifica semejante infamia.

¿Qué clase de político simula un secuestro? ¿Qué tan bajo puede caer un aspirante para obtener reflectores?

Con esta maniobra burda y desesperada, José “N” ha dejado en evidencia no solo su total carencia de integridad, sino también el estado de descomposición de ciertos actores políticos que apuestan al morbo, la mentira y la lástima para ganar una elección.

El Partido del Trabajo, por su parte, guarda silencio. ¿Respaldará a este sujeto? ¿Permitirá que un simulador del dolor humano encabece una candidatura? La ciudadanía exige respuestas.

El daño está hecho. El descrédito ya no solo lo carga el candidato, sino también el sistema electoral y partidista que permite que individuos así lleguen a contender por un cargo público.

No fue víctima, fue villano. Y debería enfrentar consecuencias como tal.

Mientras tanto, en un Veracruz herido por la inseguridad real, las verdaderas víctimas observan cómo sus tragedias son utilizadas como herramientas de propaganda por quienes no merecen siquiera pisar una boleta electoral.

Simular un secuestro no es una estrategia política: es una afrenta a la sociedad.

Redacción Reportaje Veracruzano

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