Indignación en Coxquihui: Policías denuncian condiciones inhumanas y red de impunidad dentro de su propia comandancia

Coxquihui, Veracruz, 18 de abril de 2025 — Lo que debería ser una base operativa para garantizar el orden y la seguridad de un pueblo, se ha convertido en un foco de maltrato, abandono institucional y presunto encubrimiento de conductas indignas del uniforme. Así lo denuncian elementos de la Policía Estatal adscritos a la comandancia de Coxquihui, quienes, en un testimonio anónimo y desesperado, han alzado la voz ante lo que describen como una “pesadilla sin fin”.
Las acusaciones, dirigidas a la Secretaría de Seguridad Pública estatal, cimbran directamente al encargado de la comandancia, el Policía Tercero Rolando de la Cruz Vergara, a quien señalan de imponer jornadas laborales de 30 días continuos sin relevos, sin agua potable, alimentos oportunos ni condiciones mínimas para el descanso. Según los testimonios, el desayuno simplemente no llega, y el almuerzo es entregado —si acaso— hasta el atardecer.
Esta situación, a todas luces contraria a los derechos humanos y a la normativa laboral más básica, ha sido supuestamente instruida por un mando identificado como “Cisne”, de quien afirman que no resistió siquiera un día en servicio y pidió entre lágrimas su regreso a Xalapa. ¿Y aún así impone desde la comodidad de un escritorio condiciones que no fue capaz de soportar?
Pero la denuncia va más allá del maltrato logístico. Los elementos hablan de una cadena de favores, impunidad y manipulación ejercida desde dentro. Según relatan, la verdadera autoridad en la comandancia no sería el responsable nominal, sino una agente identificada como Nici Fernanda Flores Rojas, conocida entre sus compañeros como “Malandra”, por su supuesta relación pasada con un integrante de una célula delictiva.
Los denunciantes describen un ambiente de intimidación y abuso: prepotencia, gritos, desplantes de poder y favoritismo descarado. “Ella presume tener línea directa con la Subdirección de la Zona Norte y se comporta como si mandara más que cualquier comandante”, acusan. Su cercanía con el primer comandante, con quien “se divierte todas las noches”, completa un cuadro de decadencia institucional que deja a los verdaderos elementos operativos en la más absoluta indefensión.
Más grave aún es la respuesta que, según los testimonios, reciben ante cualquier inconformidad: “Si no les parece, pueden comprar su comida temprano, para eso les pagan”. La burla institucionalizada.
¿Dónde están los mandos de Xalapa? ¿Dónde está la supervisión interna? ¿Cuántas comandancias más operan bajo este modelo de abuso disfrazado de disciplina?
En un llamado directo a la gobernadora del estado, Rocío Nahle, los policías afectados lanzan una súplica que debería sacudir las oficinas más altas de Palacio de Gobierno: “¿Hasta cuándo el policía seguirá pasando por todas estas injusticias?”
La respuesta no puede seguir siendo el silencio. Veracruz no puede permitir que quienes deben cuidar a la ciudadanía vivan bajo el yugo del abuso, la humillación y la negligencia. El Estado debe mirar hacia adentro, con lupa y con voluntad política, antes de que el cuerpo de seguridad pública se descomponga desde su base.
Porque no hay seguridad posible si los guardianes están siendo maltratados por sus propios mandos.
Redacción Reportaje Veracruzano