La cara más sucia de la política: Rolando Ramírez, símbolo de corrupción, cinismo y desvergüenza

Por Redacción de Reportaje Veracruzano
Martínez de la Torre, Ver.
En un estado que clama por justicia, ética y transparencia, Rolando Ramírez Sánchez representa exactamente lo contrario: el reciclaje inmoral del poder, el cinismo institucionalizado y la impunidad como modus operandi. Hoy, este personaje —sin principios, sin valores y sin memoria— pretende encabezar la presidencia municipal de Martínez de la Torre, arropado por el Partido del Trabajo (PT), luego de ser expulsado moralmente de Morena por actos de corrupción documentados.
Su discurso de campaña es un insulto a la inteligencia colectiva. Se autonombra “honesto” y hasta usa la imagen de su padre, quien nada tiene que ver con su prontuario de fraudes, para intentar legitimar lo que no se puede limpiar ni con todas las lavadoras de imagen del sistema.
Pero la verdad no se tapa con spots pagados ni transmisiones en vivo. La historia se remonta al 6 de diciembre de 2018, cuando Ramírez Sánchez ya ocupaba el cargo de subsecretario de Desarrollo Regional del Gobierno del estado de Veracruz. Apenas habían pasado unas semanas del triunfo de la “cuarta transformación” cuando ya había indicios claros de lo que realmente transformaba: dinero público en beneficio personal.
La denuncia clave, asentada en el expediente CNHJ-VER-837/18, fue presentada por Rafael Díaz Reyes, militante de Morena y capacitador electoral en 2018. En ella, se reveló que Ramírez Sánchez emitió tres facturas —a espaldas de Díaz Reyes— para cobrar un total de 7 mil 350 pesos por una supuesta capacitación a la estructura de Morena. Las facturas estaban a nombre de Rafael, pero quien cobró fue Rolando. Un fraude simple, vulgar y directo.
Las fechas lo incriminan todo: 28 de marzo, 16 y 19 de abril de 2018. Comprobantes fiscales oficiales, CFDI registrados ante Hacienda, emitidos con dolo y a sabiendas. Cuando el afectado lo confrontó, Rolando no negó los hechos: los confirmó. El colmo del descaro llegó cuando pidió no proceder legalmente, usando como escudo a su exesposa —quien trabajaba en una institución bancaria—, alegando que ella lo ayudó a cobrar los cheques y podría perder su empleo.
La Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, ante la evidencia abrumadora y la falta total de defensa de Ramírez, lo sancionó con la suspensión de sus derechos partidarios hasta 2022, inhabilitándolo para participar en el proceso electoral de 2021 bajo las siglas de Morena.
¿Y qué hizo entonces? En lugar de retirarse de la vida pública como prometió, se recicló en el PT. La misma miseria política, el mismo oportunismo, solo que con otro logotipo. Hoy vuelve al ruedo con la misma sonrisa hipócrita, ocultando el expediente que lo marcó para siempre como lo que es: un político sin honor.
Que no se engañe el pueblo de Martínez de la Torre. Rolando Ramírez no representa la transformación, representa la continuidad del saqueo. No es la esperanza de un mejor gobierno: es la prueba viviente de por qué Veracruz sigue atrapado en los sótanos de la desvergüenza política.
Porque el pueblo merece gobernantes con historia, no con expedientes.