Muere invisible: un hombre sin nombre, otra víctima más del asfalto en la carretera Córdoba-Veracruz

Amatlán de los Reyes, Veracruz.
Era un hombre sin nombre, de unos 40 años, con el paso apurado de quien tiene prisa o simplemente hambre, o cansancio, o una cita que nunca cumplirá. Cruzaba el bulevar de Peñuela, ese tramo peligroso donde la carretera federal Córdoba-Veracruz se bifurca hacia Potrero Viejo. No lo logró.
Una camioneta blanca con franjas rojas y verdes, que se dirigía hacia Córdoba, lo impactó de lleno. El conductor, según reportes preliminares, no lo vio a tiempo. El hombre murió ahí, tendido sobre el asfalto, mientras el tráfico seguía fluyendo como si la muerte en movimiento fuera rutina. Y lo es.
El conductor no huyó. Se quedó, intentó auxiliarlo, quizá lo tocó para verificar si aún respiraba. Pero los paramédicos de SAMUV sólo llegaron a confirmar lo evidente: el hombre ya no tenía signos vitales.
Policía Estatal acordonó la escena. La Fiscalía Regional levantó el cuerpo. La morgue de Córdoba recibió un cadáver más que nadie ha reclamado aún.
No tenía identificación. No tenía nombre. Y eso lo convierte en una sombra entre las estadísticas. Uno más de los que mueren sin dejar huella ni titulares.
Lo que sí dejó claro este trágico episodio es lo de siempre: la urgente necesidad de infraestructura vial más segura. En ese mismo tramo de la carretera, entre Peñuela y Potrero Viejo, no hay pasos peatonales dignos, ni iluminación suficiente, ni señalética que advierta al conductor que, además de curvas y velocidad, hay vidas humanas que cruzan por ahí todos los días.
¿Hasta cuándo seguirá el Estado tolerando que las carreteras federales se cobren víctimas como si fueran parte del peaje? ¿Cuánto más debe morir la gente invisible para que se tomen medidas visibles?
Hoy, la muerte cruzó la carretera. Y nadie le pidió identificación.