24 horas: Tres secuestros sacuden Poza Rica y exponen la fractura de la seguridad en Veracruz

Por Marco Antonio Palmero Alpirez | Reportaje Veracruzano
Poza Rica, Veracruz – 15 de mayo de 2025 En menos de 24 horas, Poza Rica fue escenario de tres secuestros violentos que reactivaron el miedo colectivo, exhibieron la fragilidad de las fuerzas de seguridad locales y confirmaron lo que los habitantes temen desde hace años: que la ciudad está en manos del crimen organizado. Esta escalada de violencia no es aislada ni circunstancial. Es un síntoma brutal de un sistema que se ha quebrado.

La primera víctima fue Enrique C. B., un taxista con antecedentes por posesión de droga, quien fue interceptado a las 13:51 del martes 13 de mayo en la colonia Chapultepec. Su taxi, número 1418, fue abandonado con tres teléfonos celulares adentro. Las autoridades no emitieron postura oficial sobre el caso, pero su historial criminal y su entorno abren múltiples líneas de investigación. La zona fue rápidamente sitiada por elementos de la Policía Estatal, Municipal y el Ejército Mexicano, sin que hasta el momento se reporten avances.
Poco después, ese mismo martes, ocurrió un segundo secuestro, esta vez frente al centro comercial Gran Patio. Sujetos armados secuestraron a un hombre y huyeron con su camioneta Nissan X-Trail, que apareció minutos después cerca del mercado del 52. El crimen fue perpetrado en una zona altamente transitada, vigilada por cámaras, comercios y policías. A pesar del impresionante despliegue de fuerzas armadas, no hubo detenidos, y la víctima permanece desaparecida.

Pero el horror no terminó ahí. Al día siguiente, el miércoles 14 de mayo, se registró un tercer caso, que encendió todas las alarmas por su nivel de brutalidad. Míriam N., una joven de 24 años, fue secuestrada con violencia extrema frente a un salón de belleza en la avenida 20 de Noviembre. Hombres armados descendieron de una Mazda blanca, rompieron cristales y se la llevaron arrastrando ante testigos. En segundos, desaparecieron como si nunca hubieran estado ahí. El helicóptero que sobrevoló la zona y los operativos posteriores no lograron lo más importante: rescatarla.

Tres secuestros en dos días. Tres vidas arrancadas sin que el Estado pueda garantizar justicia, protección ni respuestas. La impunidad ha convertido a Poza Rica en un terreno de cacería. Esta ciudad petrolera, otrora símbolo de desarrollo, hoy vive bajo el dominio silencioso —pero letal— de grupos armados que actúan con precisión quirúrgica.
Los ciudadanos, por su parte, ya no confían en las instituciones. “¿Para qué denunciar si nadie hace nada?”, se escucha en las colonias, en los negocios, en las calles. La desilusión ha escalado al miedo paralizante, al silencio colectivo que permite que la violencia se normalice.

¿Dónde está la estrategia de seguridad del estado? ¿Dónde están los resultados del Mando Coordinado? ¿Dónde está el gobierno?
La gobernadora Rocío Nahle no ha emitido pronunciamiento alguno tras esta serie de secuestros. El Ayuntamiento de Poza Rica guarda silencio. Mientras tanto, las calles siguen manchadas de miedo y los responsables caminan libres. El mensaje es claro: en Poza Rica, desaparecer a alguien es fácil, rápido e impune.
Este nuevo episodio sangriento no puede entenderse como un hecho aislado. Forma parte de una cadena de eventos que incluye ejecuciones, cobros de piso, extorsiones y desapariciones, que han vuelto a Poza Rica uno de los puntos más críticos de la violencia en el norte de Veracruz.
La ciudadanía ya no pide promesas. Pide resultados, justicia y seguridad real. Mientras eso no ocurra, cada día en Poza Rica será una moneda lanzada al aire, donde cualquiera puede ser el próximo.