La muerte lo volvió a encontrar: Enrique Castellanos es ejecutado en Tlapacoyan tras sobrevivir a un primer atentado

Tlapacoyan, Veracruz, 16 de mayo de 2025 — Tres días. Eso fue lo que Enrique Castellanos logró resistir después de un primer ataque a balazos. Apenas convalecía de las heridas que le dejaron los sicarios el martes 13, cuando este viernes, la muerte —que ya lo había tocado una vez— regresó para cumplir su amenaza.
Los hechos ocurrieron al interior de una vivienda ubicada en la colonia Los Laureles, comunidad de San Isidro, en Tlapacoyan, donde sujetos armados irrumpieron violentamente y, sin dar margen a súplicas ni testigos, descargaron sus armas contra el hombre de 37 años. Uno de los proyectiles impactó en la nuca: fue letal. No hubo tiempo para más.
Enrique Castellanos se convirtió en víctima de una ejecución directa, precisa y brutal, de esas que parecen tener destinatario con nombre y apellido. Apenas este martes había sido atacado a tiros, aparentemente en circunstancias similares. Sobrevivió de milagro y fue ingresado a un hospital. Pero al regresar a casa creyendo que el peligro había pasado, encontró que el acecho seguía vivo.
Elementos de Protección Civil acudieron al domicilio, pero al revisar el cuerpo confirmaron que ya no había signos vitales. El cadáver yacía entre charcos de sangre. En el ambiente, la violencia había dejado su firma: casquillos percutidos y el silencio de los vecinos.
Al sitio se desplegó un fuerte operativo con presencia de efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública, Policía Municipal y elementos de la SEDENA, quienes acordonaron la zona e iniciaron recorridos de búsqueda, sin éxito, para dar con los responsables.
Peritos criminalistas y agentes ministeriales realizaron la recolección de evidencias y entrevistas con familiares, integrando la carpeta de investigación correspondiente. El cuerpo fue trasladado al SEMEFO regional para la necropsia de ley.
Hasta el momento, las autoridades no han revelado información sobre el móvil del crimen ni si Enrique Castellanos tenía antecedentes que lo vincularan a alguna actividad delictiva. Tampoco hay detenidos ni indicios públicos de los agresores.
La ejecución de Enrique no sólo confirma la falta de garantías para quienes sobreviven a un atentado, sino que evidencia una espiral de violencia que se enquista en comunidades pequeñas, donde el crimen actúa con impunidad quirúrgica y sin rostro.
Tlapacoyan vuelve a teñirse de rojo. Y mientras su gente entierra a sus muertos, los responsables siguen caminando libres.
Redacción Reportaje Veracruzano