Alerta RojaVeracruz

Pemex sacrifica a 3,000 trabajadores de confianza mientras mantiene intacto el poder sindical: la purga silenciosa del sexenio

La petrolera estatal más endeudada del planeta ejecuta un “plan de austeridad” que deja intactos a líderes sindicales y burocracias fósiles, mientras despide al talento técnico y administrativo que sostenía su operación real.


Ciudad de México.– En una jugada que raya en la brutalidad administrativa, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha anunciado el despido masivo de 3,000 empleados de confianza como parte de un supuesto “plan de austeridad” que más bien parece una limpieza selectiva disfrazada de eficiencia. El ajuste, que busca ahorrar más de 10 mil millones de pesos, no tocará ni un solo cabello del personal sindicalizado, quienes –paradójicamente– representan el grueso de la nómina, los privilegios y los lastres históricos de la empresa productiva del Estado.

Mientras la petrolera se desangra financieramente –con pérdidas acumuladas que rebasan los 620 mil millones de pesos y una deuda que supera los 101 mil millones de dólares–, la alta dirección opta por cortar la carne viva: personal técnico, administrativo y profesional que no goza de fuero sindical ni protección política. En cambio, los eternos intocables del sindicato petrolero, cuyo historial de corrupción y tráfico de plazas es público y documentado, permanecen blindados.

¿Dónde está la equidad del sacrificio? ¿Por qué los recortes no tocan a los caciques sindicales ni a sus múltiples rémoras? ¿Qué clase de “reestructura” deja intacto el tumor mientras extirpa el músculo?

El recorte incluye la desaparición de gerencias, coordinaciones y direcciones, pero no está claro si se trata de una verdadera depuración de estructuras o simplemente una fusión burocrática que traslada funciones y nombres sin erradicar la ineficiencia de raíz. Aun así, el mensaje es claro: el costo de la crisis lo pagarán los de en medio, no los de arriba ni los enquistados abajo.

El director general de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, vende esta purga como una modernización. Pero los números cuentan otra historia: la producción de petróleo sigue en picada, con apenas 1.6 millones de barriles diarios (muy lejos de la promesa de 1.8 millones para 2030), mientras la petrolera permanece como un barril sin fondo que absorbe recursos públicos y multiplica pasivos.

El rediseño interno, respaldado por el gobierno de Claudia Sheinbaum, también contempla fusionar subsidiarias y canalizar una parte de los recursos “ahorrados” (unos 5 mil millones de pesos) a exploración y explotación de hidrocarburos. Sin embargo, ni la simplificación fiscal implementada –con el nuevo Derecho Petrolero para el Bienestar– ha logrado sacar a Pemex del pantano de su propia burocracia.

El plan, presentado como una operación de “cirugía mayor”, parece más bien una amputación improvisada sin diagnóstico certero ni visión de futuro. Pemex continúa sin resolver su problema estructural: una plantilla hipertrofiada, una carga fiscal asfixiante (pese a la reciente reforma) y una injerencia política que impide cualquier intento real de autonomía.

La narrativa oficial habla de integración vertical, eficiencia operativa y sanación financiera. Pero lo que se percibe es otra cosa: una empresa con rumbo incierto, que sigue gastando más de lo que genera y despide a sus cuadros técnicos mientras premia al sindicalismo parasitario.

¿Quién paga los platos rotos? Como siempre, los empleados sin sindicato, sin respaldo político y sin fuero. Pemex no se está transformando: se está desangrando lentamente. Y lo hace bajo el discurso de la “austeridad”, esa palabra que, en la práctica, ha servido más para encubrir recortes ciegos que para corregir el rumbo de las instituciones públicas.

Redacción Reportaje Veracruzano

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba