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¡SECUESTRO A PLENA LUZ DEL DÍA!
Poza Rica se desangra mientras el Estado mira hacia otro lado

Delincuencia desatada, impunidad rampante y simulación institucional: así se escribe el nuevo capítulo de horror en la capital petrolera de Veracruz

Poza Rica, Veracruz.– La tarde del miércoles, una joven de nombre Míriam N de 24 años fue brutalmente secuestrada en la colonia Santa Elena. No fue en un callejón oscuro ni en la madrugada: ocurrió a plena luz del día, en una de las avenidas más transitadas de la ciudad, frente a testigos, comercios y bajo el supuesto resguardo de la autoridad.

Una camioneta Mazda blanca se detuvo frente a un salón de belleza en la avenida 20 de Noviembre. De ella bajaron varios hombres armados, rompieron el cristal del establecimiento con una violencia feroz y arrastraron a la joven sin mediar palabra. El operativo criminal duró apenas segundos… lo suficiente para desaparecer a una persona mientras la ciudad seguía su curso como si la impunidad ya fuera paisaje.

El secuestro provocó una reacción inmediata de la ciudadanía, que alertó a los servicios de emergencia. Pero ¿de qué sirvió? Aunque la Policía Municipal acudió como primer respondiente y se desplegó un operativo con helicóptero incluido, la realidad es cruda: la joven sigue desaparecida y los responsables impunes.

¿Dónde estaba la seguridad que tanto presume el gobierno estatal?
¿Dónde quedó la inteligencia policial?
¿Dónde están los resultados de las mesas de paz y coordinación?
¿Dónde está la gobernadora Rocío Nahle y su promesa de devolver la tranquilidad a Veracruz?

Elementos del Ejército, Marina y Policía Estatal llegaron… después. La rutina de siempre: acordonar, levantar actas, montar espectáculos mediáticos mientras las familias viven un infierno. Ninguna detención. Ningún avance real. Solo silencio, burocracia y simulación.

Este caso no es aislado. Poza Rica se ha convertido en tierra sin ley: levantones, ejecuciones, extorsiones, desapariciones. La violencia se ha normalizado, y la indiferencia institucional es la más brutal de las complicidades. La capital petrolera es hoy epicentro del miedo… y también del abandono.

¿Cuántas mujeres más deben ser secuestradas para que las autoridades despierten?
¿Cuántos helicópteros deben volar en círculos sin rumbo antes de admitir que estamos perdiendo la guerra contra el crimen?
¿Cuánto más soportará Poza Rica antes de estallar?

Mientras tanto, una familia llora y espera. Y una ciudad entera se pregunta si acaso mañana le tocará ser la próxima víctima de este infierno que las autoridades no quieren —o no se atreven— a combatir.

¡Basta de discursos huecos!
Veracruz exige resultados, no protocolos vacíos.
Poza Rica no puede seguir siendo rehén del terror.

Redacción Reportaje Veracruzano

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